INSTITUTO CULTURAL DE LEÓN

Angélica Cerón: revolucionar la mente

Conoce a la artista, maestra e investigadora Angélica Cerón
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Silvia Palacios
“Si podemos saber de todo, porqué no aprenderíamos de todo”, es una de las máximas de Angélica Cerón, quien no teme al fracaso porque de éste se aprende, quien ansía siempre conocer y quien, más allá de la especialización, ve en la investigación y la creación de proyectos la mejor herramienta de conocimiento.

Angélica Cerón es una persona que difícilmente se encasilla; intentar poner en papel su descripción es más complejo aún, pero para fines prácticos podemos decir que no teme explorar aquello que se le ponga enfrente y atrape su atención, porque como ella lo menciona: “aprender es mi adicción”. 

Nacida en Ciudad de México pero residente leonesa desde hace muchos años, estudió la licenciatura en Arquitectura, sin embargo, a un año de concluirla la dejó para centrarse en otros temas que le atraían, como los proyectos que mezclan la realidad virtual con el arte.

Desde pequeña tuvo un acercamiento al arte hasta el punto de ser una joven cinéfila que trabajó en el extinto Blockbuster; una niña que disfrutaba leer los libros de su madre que narraban las proezas de los pintores y que retrataba la realidad mediante una lente gracias al acercamiento con la fotografía a través de su padre, quien trabajó para Kodak. Cuando decidió estudiar Arquitectura lo hizo pensando en centrarse en la creación escenográfica, pero el rumbo que estaba tomando la carrera no era el que a ella le interesaba y optó por buscar su propio destino.

Fue durante los dosmiles que entró al Diplomado de Multimedia para Artes Escénicas en el Centro de las Artes de Guanajuato en Salamanca. Ahí descubrió un panorama que terminó por desembocar en Mandala, proyecto que mantiene hasta la fecha y donde trabaja con arte digital.

“Yo iba pensando en escenografía tradicional y me enseñaron un tipo de escenografía que ni tenía idea (…) fueron varios maestros de Ciudad de México que usaban tecnología y códigos para hacer muestras interactivas; de hecho hicimos una presentación con realidad aumentada en una ópera infantil, eso fue en 2009”, menciona.

Y aunque éste no fue el primer taller que tomó (el primero fue de fotografía por correspondencia cuando niña), sí fue quizá el que marcó un parámetro para seguirse preparando en diversas áreas. Después llegó la oportunidad de ingresar a los talleres en la Escuela de Artes Visuales Antonio Segoviano (ESAV) y ahí aprendió de grabado y teñido de textiles.

La entonces coordinadora de la ESAV vio potencial en Angélica y la invitó a participar en varios talleres, uno de ellos con Edith Medina, pionera del bioarte en México; así encontró una nueva faceta que le ha dado mucho.

La biofabricación se trabaja a partir de biomateriales hechos con organismos vivos. Angélica comenta que los primeros elementos con los que trabajó fueron bacterias y levaduras, a través de ellos comenzó a fabricar sus propios biomateriales.

“(También están) los materiales biocompuestos donde, si bien no trabajas con los organismos vivos, sí trabajas con materiales biobasados, cosas biológicas que ya serían materiales que se hacen con desechos de la industria agroindustrial o desechos de cocina como cáscaras de huevo, pero principalmente lo que me llamó la atención (de los biomateriales) es que eran materiales que crecían, que cultivaba como si fueran plantas,  porque el organismo está vivo”, menciona con una expresión de emoción y comparte que, al igual que los biomateriales, es fan de las plantas y de ver cómo van creciendo con el paso del tiempo y con los cuidados adecuados. 

En alguna ocasión decidió tomar un taller de tatuaje y durante una de las prácticas llevó uno de sus biomateriales para tatuarlo; así, a punta de trabajo, de prueba y error, Angélica ha experimentado con ellos e incluso decidió combinarlos con otra de sus pasiones: la robótica, para así crear robots biológicos.

“En la robótica hay una rama que se llama circuitos suaves, los circuitos suaves son robots que se inflan (...)  El material es carísimo, son silicones muy costosos por eso dije «un momento, yo sé hacer materiales de este tipo», y ahí fue donde tomé los biomateriales (y) empecé a hacer robots inflables, ahorita únicamente hace un movimiento porque son varias celdas que se inflan con una manguera que pasa aire y alimenta cada celda, y cuando se inflan se va curvando como si fuera una columna vertebral.

Para mí, más que una pieza (de arte) es parte de una investigación personal que estoy haciendo por el gusto de hacerla, porque se me hace un tema bien interesante y que me apasiona”, agrega.

La idea de tomar la robótica para hacer arte viene desde que cursó un taller con el artista plástico Gilberto Esparza, quien utiliza esta rama para crear piezas artísticas que al mismo tiempo hablan del cuidado del medio ambiente.

“Para mí fue mi inspiración porque fue la primera vez que veía un robot aplicado a algo así; después de eso yo entré a robótica porque ya le encontraba sentido creativo”, pero una vez en la carrera de Robótica vio que ésta estaba más enfocada en el desarrollo industrial y no en el arte, así que decidió tomar un camino propio, pues tiene claro que la robótica no tiene solo esta utilidad sino que se le puede dar el enfoque artístico que desea.

Dentro de sus múltiples proyectos se encuentra el trabajar con robots biológicos que compartan su ADN, porque desde su perspectiva, si bien existe el cyborg, ¿por qué no puede ser al contrario y hacer a los robots más orgánicos?

Aunque fue hasta hace muy poco, y más por fines prácticos, que Angélica comenzó a considerarse artista; queda claro que un artista es quien crea y ella lo ha hecho desde hace varios años, pero fue hasta este 2022 que expuso por primera vez.

“No te digo lo feliz que me puso que me seleccionaran con Mandala (su proyecto de arte digital), y es la primera vez que alguien me invita a una exposición mostrando algo de lo que he hecho con arte digital; entonces esa fue mi primera exposición y eso que desde 2009 estoy haciendo cosas de este tipo”, señala.

La pieza que presentó es Vida laboral y consiste en un trackeo de los movimientos del mouse por periodos largos de tiempo.

“Durante muchos años trabajé en una oficina y (...) ahí lo que hice fue grabar los movimientos que hacía en la computadora, a veces hacía planos o modelados 3D, era una oficina de ingeniería entonces hacíamos cálculo”, menciona. 

La pieza formó parte de la exposición colectiva Panorama, que se exhibió a principios de 2022 en la Galería Jesús Gallardo. 

Actualmente, Angélica imparte el Taller de Realidad Aumentada en la Escuela de Artes Visuales y da clases en el Tec de Monterrey, además de continuar con sus investigaciones y su labor en varios proyectos: Mandala, de arte digital; Mutaciones Materiales, de biomateriales; y Superficie Vegetal, sobre plantas, donde también es cocreadora.

Su curiosidad y hambre de información le han hecho participar en innumerables talleres de diversos tipos, desde uno de panadería hasta uno (el último de ellos) sobre estructuras inflables en una universidad de China; sin embargo, asegura que es momento de hacer una pausa en estas inscripciones constantes.

Sin duda, Angélica Cerón es una mente inquieta que disfruta de tomar sus mejores herramientas: las manos, para crear, para hacer cosas únicas; y, aunque definirla es complicado, quizá podríamos simplemente decir que es una entusiasta del conocimiento. 

Silvia Palacios Silvia Palacios

Comunicadora de formación. Ha trabajado en prensa escrita para formatos impreso y web. Actualmente se desarrolla en Comunicación Social. Foodie (por no decir de buen diente), viajera, melómana y entusiasta de la ortografía.