Muchos han declarado que las “cancelaciones” son un atentado contra la comedia, argumentando que, las personas ahora son mucho más sensibles y que no ríen con los chistes clichés que antes provocaban carcajadas. Y algo tienen de cierto, pero también tiene razón el público que decide dejar de apoyar algunas narrativas y ser mucho más crítico con lo que consume pero, si la pregunta fuera si está bien o está mal “cancelar” tipos de comedia o comediantes, hay muchos valores para analizar antes de responder.
En estos tiempos, cancelar a alguien —persona moral o física— significa retirarle todo tipo de apoyo por haber dicho o hecho algo que socialmente se considere ofensivo, violento o inaceptable. La sola definición me hace preguntarme muchas cosas como: ¿se puede solo cancelar personas o también ideas?, ¿es válido cancelar a alguien por un solo comentario, una sola acción o en el caso de la comedia, por solo un chiste?, ¿el pasado de las personas es justificante para cancelarlas en el presente?, ¿el decir y hacer algo reprobable tienen el mismo peso?, ¿la cancelación es un acto subversivo pacifista o agresivo?
Para evitar la cancelación masiva, muchos comediantes admiten que, con tal de no bajar las cantidades de seguidores en redes sociales o de venta de boletaje de sus shows, muchas veces se autocensuran al momento de escribir guiones y chistes. El miedo a dejar de ser vistos o dejar de percibir ganancias (sean económicas o de otro tipo), suele ser el factor que les lleva a adaptarse en público pero no necesariamente a cambiar su forma de pensar. ¿Esto puede desembocar en el cambio real en su escala de valores?, ¿es el fin de la cancelación orillar a la persona a reformular su propia forma de ser y pensar?, ¿es reversible la cancelación de una persona si tiene un aprendizaje y/o realiza algún acto de disculpa?
Por el otro lado, si bien el cancelador puede sentirse más cómodo al dejar de recibir contenido que le molestaba y alimenta a su alma revolucionaria al creer que está cometiendo un acto de justicia si deja de apoyar al problema, esto no quiere decir que fuera del espectro de quien cancela pase lo mismo. La cancelación de ciertos grupos sociales puede significar la apertura de oportunidades en otros.
Por ejemplo, en 2022, Sergio Verduzco Platanito, pronunció un chiste sobre Debanhi Escobar, una joven de Nuevo León que perdió la vida presuntamente víctima de feminicidio. Tras el hecho que se viralizó, este cómico fue demandado por la familia de la joven y algunos grupos feministas comenzaron una campaña de cancelación contra él. En contraste, en otras comunidades fue notable la defensa del comediante pues calificaban como exagerada la reacción porque fue “solo un chiste” (haré una acotación para recordar que “Bromas hirientes” es el primer nivel del Violentómetro que difunde el Instituto Nacional de las Mujeres).
Fue así que Verduzco, sin duda, jaló los reflectores hacia él para bien y para mal, y ganó notoriedad entre quienes buscaban cancelarlo y entre quienes decidieron defenderlo.
Tomando este ejemplo, ampliemos la visión para revisarlo. Algunos de los principales temas que hoy se encuentran en la lista de cancelaciones son aquellos relacionados con acciones racistas, clasistas, homófobas, sexistas, xenófobas, misóginas o acosadoras. Por eso es normal que los chistes sobre suegras, gangosos, novias tóxicas o gallegos ya no sean material tan recurrente para quienes viven de hacer reír a las personas pero… siempre hay excepciones.
Estoy segura que tendrían una recepción muy diferente sketches en los que participen personajes como Margarito o Sammy si se estrenaran hoy en día, porque en estos se explotaban sus discapacidades para provocar las risas de forma involuntaria, o sea, como mofa. Si bien la comedia sobre discapacidades no ha muerto, sí se ha transformado y ahora podemos encontrar en YouTube, en teatros o en Netflix a comediantes como El Jimmy, Ojitos de Huevo, Cojo Feliz o Tucán Guzmán, que usan su enanismo, debilidad visual, discapacidad motriz y paladar hendido, respectivamente, para hacer chistes.
La diferencia entre una y otra es clara, en la primera alguien exponía a ciertas personas a la burla; en la segunda, son las mismas personas con discapacidad quienes dirigen el contenido y son los comediantes. Además de que el ángulo del chiste cambia, este tipo de comedia permite que personas que antes no habían conseguido un espacio en los reflectores por discriminación, ahora sí lo tengan.
Algo similar pasa con Marcerlo Hernández o Chingu Amiga que hacen comedia basada en sus orígenes; con Herly RG quien se apropia las burlas por su peso; o con Pete Davidson que hace y provoca burlas sobre la muerte de su padre en el 9/11 y sus trastornos mentales. De esta manera, parece que el humor por las tragedias es válido.
Y entonces, en menos de 10 años que este fenómeno social comenzó a tomar relevancia, no es posible contestar con certeza si es bueno o malo cancelar a alguien porque los resultados observados y medidos son inmediatos, pero lo que sí es posible distinguir claramente es que ahora tenemos como sociedad una voz mucho más firme para dejar de tolerar temas que nos causan incomodidad.
Referencias:
- Sobre Psicoanálisis. 36- La cultura de la cancelación- Con Verónica Wainszelbaum.
YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=0e3uGxxPoFs
- Javier Paniagua CLIPS. La cultura de cancelación, la comedia y el internet | Charla con Alex Fernández. YouTube: https://youtu.be/PkOC0Cr6tp4?si=f8M8uNiw70hk0-xl