Se dice que el interés por explorar lo desconocido es una necesidad intrínseca del ser humano, lo que explicaría el porqué tenemos un inmenso afán social por conocer lo que hay debajo de nuestros pies, en el centro de la Tierra y en el fondo del océano pero, sobre todo, arriba de nosotros, o sea, en el infinito universo fuera de nuestro alcance, el espacio exterior.
Esa curiosidad por saber cada vez más nos ha llevado, como humanidad, a saber que, sumando los nuevos hallazgos de 2023, existen más de 5 mil 500 planetas y exoplanetas; que la velocidad de la luz en el vacío es de 299 792 458 metros por segundo; que existe P (fósforo) en la sexta luna más grande de Saturno o que el sonido en Marte viaja a 250 metros por segundo.
Todos estos datos pueden servir como punto de partida para que las y los creativos de la literatura, el cine y las artes visuales se dejen llevar para desarrollar nuevas postulaciones sobre qué pasaría si… una sociedad de extraterrestres quiere informarnos sobre un ataque espacial pero no hablamos el mismo idioma (Arrival, 2016) o qué haría para sobrevivir un astronauta si quedara varado en otro planeta (The Martian, 2015).
Esa idea de la incansable curiosidad por saber qué más hay o qué más podría haber, es del considerado padre de la ciencia ficción, Isaac Asimov, que si bien sus teorías e historias siguen vigentes, el científico y escritor ruso falleció en 1992, lo que nos da ya un poco más de tres décadas de grandes y muchísimos avances y desarrollos tecnológicos que el autor de la saga Fundación no alcanzó a ver y analizar, pero sí a muchos otras y otros investigadores, divulgadores y artistas que han seguido sus pasos.
Y justo cuando llegamos a este punto de no más comprobaciones científicas, es que el hombre se da la oportunidad de fantasear para llenar esos huecos de información, y sería fantasía como género narrativo si se queda en la creación idealizada pero, si estos huecos se complementan con teorías científicas, es lo que hoy día conocemos como ciencia ficción.
Este género narrativo puede entenderse mejor desde varias aproximaciones, principalmente por su división como ‘dura’ (hard SF) y ‘blanda’ (Soft SciFi).
La primera es rigurosa con los datos que ofrece, es la ciencia ficción donde las fórmulas, las teorías físicas y matemáticas, así como la mecánica o química, son la base de las problemáticas o soluciones de la historia; mientras que la segunda propone, desde la creatividad, escenarios, maquinarias, inventos y hallazgos para que el contexto se desarrolle como el autor quiere, y suele centrarse más en el lado científico pero de las ramas sociales.
Además de estas dos grandes divisiones, la ciencia ficción también cuenta con variados subgéneros según el abordaje que realiza, si es esperanzador o catastrófico; si lo hace desde el presente o hacia el futuro. Entre estos podemos encontrar algunos como el cyberpunk, distopías con desarrollos tecnológicos avanzados o el solarpunk (también conocido como greenpunk), que coloca al humano en un futuro anarquista en convivencia armónica con la naturaleza.
También son bastante conocidos las ucronías, “novela histórica alternativa, su peculiaridad radica en que la trama transcurre en un mundo desarrollado a partir de una situación pasada en el que algún acontecimiento sucedió de forma diferente a como lo ha hecho en realidad”1; utopías, “sistema o proyecto ideal pero que no se puede realizar”2; y distopías, “o contrautopía se define como una utopía negativa donde la realidad transcurre en términos opuestos a los de una sociedad ideal, es decir, en una sociedad opresiva, totalitaria o indeseable”3; así como la ópera espacial.
Conocida en inglés como Space Opera, este subgénero no hace referencia a producciones como Bóveda. Ópera de planetario (montaje para 12 voces, lira de seis cuerdas, pequeña percusión, cinta y video), de Diana Pérez Custodio, ni a la Bohème espacial de Claus Guth. Mucho menos a las presentaciones musicales como las que ofrecían Klaus Nomi o Ziggy Stardust; ni tampoco a la inolvidable presentación de Diva Plavalaguna en El Quinto Elemento, aunque esta película de 1997 sí podría ser un ejemplo.
Las llamadas óperas espaciales se distinguen porque incluyen en su desarrollo guerras, melodramas y relaciones humanas intensas y complicadas, que suceden en el espacio exterior normalmente en tiempos futuros, aunque muchos autores dejan a la imaginación la temporalidad.
Entre algunos ejemplos ‘clásicos’ de este subgénero podemos mencionar la famosísima Star Wars y Dune, que, aunque la versión más conocida es la dirigida por Denis Villeneuve con Timothée Chalamet como protagonista, la publicación del primer libro de esta saga es de 1965.
Ya en el nuevo siglo, de este subgénero se desprendió el post-space opera, que en el arte popular se puede ejemplificar con The Expanse, de James S. A. Corey (pseudónimo de Daniel Abraham y Ty Franck), una saga que inició en el 2012 con la publicación del libro El despertar del Leviatán y que para el 2015 hizo su debut en televisión. En su sinopsis oficial se presenta así:
“La humanidad ha colonizado el Sistema Solar: Marte, la Luna, el cinturón de asteroides y más allá, pero las estrellas aún están fuera de nuestro alcance. Jim Holden es el segundo de a bordo de un transportador de hielo que realiza misiones entre los anillos de Saturno y las estaciones mineras del Cinturón. Cuando su tripulación y él se topan con la Scopuli, una nave abandonada, descubren un secreto que desearían no haber encontrado. Un secreto por el que alguien sería capaz de matar, matar a una escala que Jim y su tripulación no imaginan. La guerra en el Sistema Solar está a punto de comenzar, a menos que sean capaces de descubrir quién abandonó la nave y por qué”4.
Fantasear y calcular la posibilidad de futuros posibles, planetas ajenos y mundos paralelos sigue y seguirá siendo uno de los pasatiempos favoritos de la humanidad, así como entender qué y cómo podrían ocasionarse, por algo fue que apenas el año pasado científicos detectaron ondas cósmicas gravitacionales que podrían llevarnos a conocer más sobre el universo temprano y, quién sabe, tal vez desmentir lo que sabemos sobre el origen del mismo y cambiar así todas nuestras teorías y percepciones sobre de dónde venimos y a dónde vamos, con lo que obviamente daría mucha ‘carnita’ para nuevas historias y mucha vida a la ciencia ficción.
Referencias.
1. Huxley, Orwell y Bradbury: El subgénero ciencia ficción como instrumento de crítica social y su transferencia al aula. Soto Muñoz, Julia e Ibáñez Osvaldo. 21 de octubre de 2024. http://repobib.ubiobio.cl/jspui/bitstream/123456789/1960/1/Soto_Munoz_Julia.pdf
2. Ídem.
3. Ídem.
4. Los 10 mejores libros de space opera. Equipo Editorial Audible. 21 de octubre de 2024. https://www.audible.es/blog/mejores-libros-space-opera
Los 11 descubrimientos científicos más asombrosos de 2023. Fine, Dina. 21 de octubre de 2024. www.nationalgeographicla.com/ciencia/2023/12/los-11-descubrimientos-cientificos-mas-asombrosos-de-2023
Explora los últimos descubrimientos del universo. Anónimo, Universidad Andrés Bello. 21 de octubre de 2024. www.postgradounab.cl/noticias/explora-los-ultimos-descubrimientos-del-universo/