En una época en la que el Centro reiniciaba su vida nocturna, apareció el Rey Compadre, una propuesta adecuada al estilo alternativo de los lugares que lo acompañaban. Superó intransigencias burocráticas, luchó frente a la prohibición del baile, se adaptó a la efervescencia de los crayones, supo convivir con el perreo y sobrevivió a una pandemia. Nueve años después, el Rey vive.
Las noches del Centro Histórico transpiran fiesta, la juventud leonesa habita las cuadras que le dieron origen a la ciudad y aunque pareciera que ese es el estado natural de ‘la Madero’, la cosa no siempre fue así; no hace tantos años el primer cuadro era un desierto por las noches.
El renacer de esta zona se fue dando poco a poco y orgánicamente, las propuestas alternativas ocuparon casas en desuso y locales abandonados, llegó el White Rabbit, el 1910, el Jaibol, entre otros, y ahí, en el parteaguas generacional para la historia de la fiesta leonesa, nació el Rey Compadre.
Said, Alonso y Carlos son los socios fundadores de este espacio que nació como una idea, primero una marca de ropa, luego un café, en algún momento pensaron hacer un hostal, pero al final atendieron al llamado de la fiesta y la música. Hoy, tras varios colaboradores y asociados que han ido y venido, Alonso y Said se mantienen como los dos rostros de este lugar ya icónico en León.
Este 2023, el Rey Compadre cumple nueve años como bar, como foro, como espacio para el esparcimiento, para la fiesta de madrugada y, por supuesto, para la música en vivo. Al abrir su patio y establecer el foro, el Rey se convirtió en un referente, su oferta incluía una propuesta musical alternativa y al mismo tiempo le daba espacio a lo popular y así encontró el equilibrio entre la autenticidad y la tendencia.
Ese crecimiento y su masiva convocatoria los puso en el ojo del huracán, cuando los lugares del Centro eran espacios que apenas llegaban a albergar a 50 u 80 personas, el Rey ya metía centenas y las regulaciones de una zona redescubierta se fueron adaptando a las necesidades.
“Nosotros fuimos punta de flecha para poder decidir, pues esto sí se puede aquí, esto no se puede acá. Entonces tuvimos una etapa en donde no se podía bailar, en donde se nos prohibió hacer eventos de música en vivo, nos prohibieron hacer shows de bandas por no poder ser propiamente un foro por cuestión de la zona”, explica Said.
Cuando comenzaron, la escena en el Centro era muy distinta al presente; la propuesta y la autenticidad que se respiraba entre el 2010 y el 2016 comenzó a verse superada por lugares que, sin demeritar, priorizaron la popularidad y la tendencias, punto clave que atrajó a más y más personas, lo que se tradujo en más y más bares.
“La calle empezó siendo una muy underground y muy alternativa, de pronto dejó de haber muchísimas propuestas padrísimas y empezó a haber muchos lugares para chupar, similares, como en la misma línea”, nos cuenta Said sobre el cambio radical y evidente que ha experimentado el Centro.
Mientras la zona aumentaba su convocatoria y mudaba sus estilos, muchos espacios no pudieron sobrevivir, se fueron apagando con el tiempo; pero el Rey abrazó al cambio y con sus propios recursos y manteniendo sus rasgos supo salir adelante.
“Más bien fue un proceso que se vio muy natural, que no esperábamos. Esto que nos decía Said vino de pensar cómo utilizar los recursos que realmente teníamos, se generaron eventos bien padres porque era lo que podíamos hacer con lo que estaba. El cambio ha sido parte de nuestro entorno siempre. Cambios del café al bar, del bar al foro, del foro a cambiar de aquí en adelante. Esa es la única constante y creo que seguirán viniendo muchos más”, añade Alonso con respecto a esa facilidad de adaptación.
Aunque ellos son los mismos y el Rey sigue en el mismo sitio y persigue los mismos motivos, la clientela ha cambiado, la generación que comenzó con ellos ya no es la más habitual, ahora su público es otro, es la generación del TikTok y de los micro influencers la que hoy se adueña de la noche y de la fiesta. El mérito del Rey ha sido acertar con los cambios y seguir siendo protagonista.
“Cuando empezamos, las universidades, nuestros compañeros, eran la gran fuente de todo el cotorreo. Pero en diez años, la gente se casa, se va de la ciudad, tiene hijos, crece, cambia un poco, como cambian las necesidades. Entonces, nuestro mercado con el que crecimos, con el que hicimos, ya no es. Y los clientes, la generación que ahora está en esas circunstancias, no quiere ese cotorreo. Ya hay otro tipo, el del reggaetón, que está cool, está de huevos, para allá va el mundo”, aclara Alonso.
Por las mesas y las —distintas— barras en las que se han servido los tragos en el Rey, han desfilado artistas y figuras de todo tipo, han tocado bandas emergentes y referentes internacionales, productores, gestores, la comunidad cultural de una región creativa. Sus paredes aún hacen eco de las risas, los chismes, los coros y las confesiones de una clientela diversa.
“Me quedo con la gente que he conocido. Incontables, porque en diez años… no nada más los que trabajaron, sino la gente que vino, que vino de muchos lados de la República, incluso del mundo”, recuerdan los socios fundadores de este emblemático lugar.
Este recuento no significa un fin, es, otra vez, un momento para cambiar, para adaptarse. El Rey Compadre ya respira después de la pandemia y enfoca a un futuro prometedor. Quiere reconvertirse en un espacio que conjunte a la comunidad creativa, mantener el foro, la fiesta y la música, sumándole espacios y oportunidades para el diálogo cultural, social, la convivencia artística, el activismo, propuestas que permitan crear en colectivo y repensar la sociedad.
“Que los domingos haya una esterilización masiva de perros y gatos y que la noche anterior haya habido un evento de hip hop y que la próxima semana vaya a haber un bazar de secondhand, esa es la gran capacidad de mimetizar”, apunta Said.
Y en ese mismo sentido, Alonso agrega: “Eso nos mueve, al final de cuentas está muy dentro de nosotros seguir ofreciendo ese espacio para que las cosas sigan ocurriendo. Y eso está padre. Abiertos no solamente a conciertos, sino a todo tipo de happenings que puedan ocurrir en el foro. Queremos contar con todos, que sepan que aquí estamos”.
En el futuro inmediato el Rey Compadre pretende expandir su horario de servicio, abriendo desde las mañanas con servicio de café, donde además unirán fuerzas con un proyecto de venta, reparación y servicio para la comunidad de ciclistas en León. Esta será la primera acción de muchas que quieren implementar para reunir a diferentes colectivos y proyectos dentro del Rey.
Desde hace nueve años, el Rey Compadre tiene abiertas las puertas a la fiesta, a la música en vivo, a las noches entre amigos, pero también pone el escenario para charlas, para presentaciones de distintas disciplinas artísticas, exposiciones, bazares, festivales; acércate al Rey, ¡que viva El Rey!