INSTITUTO CULTURAL DE LEÓN

Festivales: Formar públicos y consolidar el desarrollo cultural

El maestro Daniel Miranda y Roberto Holguin Moreno nos platican sobre su experiencia en la formación de públicos y la sobrevivencia de los festivales que representan.
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Jorge Flores
Dentro de las múltiples virtudes que suceden alrededor de un festival cultural, la formación de públicos es una consecuencia invaluable, un elemento que no solo beneficia al evento, sino a todo un ecosistema configurado por artistas, audiencias y gestores que se vinculan en una explosión en cadena que se traduce en mejores y más experiencias de desarrollo cultural.

La gestión y promoción cultural no cobra sentido sino hasta que se comparte y se pone en común, en ese momento las audiencias, su captación y consolidación, se convierten en un eslabón fundamental para el ciclo de vida de la experiencia cultural y artística. Una de las herramientas más exitosas que han encontrado las industrias culturales para poder formar esos públicos posibles, son los festivales.

Y ya sea que nazcan de la necesidad comunitaria, que se construyan desde la especialización o que se generen por estrategias provenientes de políticas públicas o desarrollo social, los festivales culturales (de cualquier formato o disciplina) tienen entre sus prioridades la misión de buscar audiencias, satisfacer públicos cautivos y aumentar su nivel de convocatoria y fidelización, lo que luego puede traducirse en mayor número de eventos y experiencias o mayor trascendencia. 

En esa dirección, uno de esos objetivos es generar individuos que estén capacitados o tengan el contexto suficiente para apreciar la expresión artística de manera óptima, que se sientan motivados a interactuar de manera activa con los fenómenos culturales y que puedan tener un sentido crítico frente a estas experiencias. 

Aterrizando en la región, podemos encontrar distintos festivales que —ya sea por su trayectoria, relevancia o pertinencia— han sido efectivos en la formación de públicos, y gracias a esto se han sostenido, sobrevivido y evolucionado a través de distintos factores como políticas públicas, cambios en la demanda y hasta pandemias. 

El Festival de Monólogos - Teatro A Una Sola Voz y el Festival Internacional de Cine de Horror: Aurora, ambos con 19 ediciones, son grandes ejemplos de, desde distintas disciplinas, descentralizar sus esfuerzos artísticos para captar, formar y consolidar audiencias cada vez más expectantes y fieles a su oferta cultural. 

En Revista Cultural Alternativas platicamos con el maestro Daniel Miranda, coordinador nacional de teatro del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) y con Roberto Holguin Moreno, coordinador logístico y relaciones públicas del Festival Internacional de Cine de Horror: Aurora.

“Me parece que la constancia es un esfuerzo importante. Es decir, en términos del impacto que puede tener para la audiencia, la posibilidad de que haya una recurrencia clara para el consumo o para la interacción con algún producto artístico y cultural, eso es importante en términos de su consolidación como espectador, como audiencia”, explica Daniel Miranda en referencia a uno de los factores que han permitido que el Festival de Monólogos se expanda cada año a más sedes y nuevos públicos.

“La formación de públicos ha sido muy importante para Aurora en el estado, hemos tratado de abrir la cepa de lo que se comprende por cine de terror o de horror. Sí es importante, dentro de la labor del festival, tratar de compartir que hay diferentes maneras de percibir el horror, el terror, el género”, nos cuenta Roberto Holguin en relación a cómo el festival no sólo atrae a la audiencia sino que les brinda nuevos parámetros para entender y apreciar un género específico y sus características. 

Para que esta formación sea efectiva durante los festivales es imprescindible que se ponga al espectador en el centro de la planeación desde su concepción; el diálogo entre el público y la experiencia artística comienzan desde que se construye la idea.

“El principal reto es la capacidad de mantener al espectador como eje central de tu política. Es decir, pues sí, efectivamente, somos una Coordinación nacional que atiende al sector artístico en términos específicos de teatro, pero finalmente el teatro mismo no tiene sentido si no existe el espectador. Entonces, en ese sentido, nosotros pensamos nuestra actividad y nuestra política pública poniendo como eje central al espectador, a ese espectador, espectadora que está ahí, en espera de ser llamado para una convivencia en la cual es necesario, necesaria como elemento”, argumenta el coordinador nacional de teatro respecto al trabajo que se realiza para la selección de las obras que comprenden el Festival de Monólogos.

En tanto, Roberto nos cuenta que dentro de la planeación del Festival Aurora saben que existen públicos diversos entre sus asistentes y es necesario voltear a verlos a todos. 

“Yo les puedo aconsejar escuchar, el ser muy conscientes de a quién quieres llegar con esto, porque la formación de públicos creo que también es entrarle a esa gente que ya sabe y además a los que quieren ir y no han tenido la oportunidad. Porque entre más impermeables vuelvas tus actividades y más inescrutables, más difícil. Porque te sientes apabullado, porque dices, «¡Ay!, ahí va puro erudito del cine o del género», no, para nada, al final de cuentas creo que lo que uno tiene que hacer es también abrir las puertas al público, porque escuchar a la gente y a tu entorno social es muy importante para pensar en las actividades que se requieren”. 

Con 19 ediciones, cada uno de estos festivales han sabido crear experiencias que sean relevantes para sus públicos, saber qué sí es lo que funciona y qué definitivamente no es para su festival. 

En el caso del Festival Internacional de Cine de Horror: Aurora, las grandes fiestas y alfombras rojas no han sido consideradas como tal, porque desde su experiencia las ven como algo que es solo para unos cuantos. “A veces en este tipo de parafernalia de festividad que podía ser una fiesta de clausura o de inauguración, etcétera, creo que a veces se pierde el propósito, que es oír a la gente que ve cine, a veces esa alfombra roja se vuelve una línea roja que delimita al público u objetivo con el público anhelado”.

Por otro lado, el circuito del Festival de Monólogos, que cada año recorre el país, se ha comprometido con generar más conversaciones que simplemente la presentación, enlaces y conexiones que se hacen a través de las mismas sedes y la comunidad artística de la localidad. “Es que no se genere solamente la sensación de que vengo, me presento y ya me voy, sino que se generan espacios de encuentro, diálogo y vinculación con las comunidades en cada uno de los estados en los que participan”, añade Daniel Miranda. 

Y hablando de vinculación, ambos eventos saben que esa parte es primordial para mantener vivos, vigentes y atractivos los festivales culturales. 

“Hacemos un esfuerzo importante en el sentido de reconocer también que nuestras instancias aliadas hacen otros esfuerzos, hacen otras actividades que no son solamente lo que hacen con nosotros y que, de alguna manera, estén vinculadas para que el espectador no los reconozca como una experiencia que sucede una vez al año y después ya no vuelve a suceder nada más, sino que pueda realmente conectar una especie de cadencia en cuanto a las actividades que hay de la propia instancia y de las propias comunidades artísticas que hay en cada región. Esa es una perspectiva de crecimiento y desarrollo del espectador en tanto su experiencia y también sucede de una manera muy orgánica”, declara Miranda, quien entiende que para que un festival itinerante llegue a una ciudad y deje una estela de trascendencia, expectativa y anhelo, es necesario hacer lazos con las instituciones locales.

Por su parte, Roberto sabe la importancia de que el Festival Aurora esté vinculado a la Universidad de Guanajuato y que el soporte y la validez de una institución le permita a esta experiencia cultural seguir formando públicos y nuevos amantes del cine de terror. “El estar en la ciudad de Guanajuato capital nos ayuda muchísimo porque hay una fluctuación de gente impresionante, tanto turistas, estudiantes, gente oriunda de la misma ciudad, creo que es este el valor que tiene, se vuelve muy de nicho dentro de la ciudad y del estado también, porque el festival ha llegado un poco más lejos de manera presencial gracias a la infraestructura que tiene la Universidad de Guanajuato”

Dos evidentes, exitosos y ampliamente distintos ejemplos de cómo los festivales, desde su organización, planeación, difusión y ejecución, pueden formar públicos que al mismo tiempo se convierten en el combustible para volver arrancar año con año y así sumar dos décadas comprometidos con el desarrollo cultural en México. 

Jorge Flores Jorge Flores

Licenciado en Ciencias de la Comunicación. He trabajado dentro de la narrativa y difusión cultural desde hace más de 10 años, en plataformas digitales, medios tradicionales y proyectos culturales relacionados a la música, literatura y cine. Necio consumidor y creador de productos culturales.