INSTITUTO CULTURAL DE LEÓN

Fisiograma de una vida

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Silvia Palacios
Sonrió al abrir la puerta y ver a los dos extraños a los que les contaría parte de su vida. No esconde nada, es transparente; una mujer afable que parece ir contagiando de buen humor a quienes la rodean. Su nombre es Claudia Silvia Quiroz Rodríguez.

La vida está llena de altibajos, sí, y es que aunque suene a cliché no deja de ser una realidad, al igual que el hecho de que depende de cada persona cómo afrontar esos retos que a veces nos pueden dejar en la lona. Claudia ha tenido que enfrentar muchos de estos retos, pero ha sabido ‘agarrar al toro por los cuernos’ y demostrar su resiliencia. 

Si la historia de vida de Claudia se tuviera que definir con un adjetivo, sería aventurera, porque no teme enfrentar nuevas experiencias, aunque comenta, algunas veces no conoce todo el panorama que conllevan y es tal vez por eso que se ‘avienta’ a hacerlas.

A los 15 años emprendió una de las aventuras más grandes. Migrar a Estados Unidos. Recuerda todas las experiencias que tuvo que pasar para llegar al país vecino. No fue fácil, pero una vez establecida aprendió muchas cosas, incluso su gusto por el arte. Cuenta que tenía varios amigos con los que pintaba en la calle, pero un día eso cambió y la llevó a desarrollar su talento en la pintura. 

“Estando en Chicago salgo a pintar con mis cuates. Andábamos pintando en las vías, según alguien estaba cuidando pero no vimos el tren, y el tren está conectado con la estación de policía. Entonces emitió una alarma que avisó a los policías que había alguien vandalizando. Agarramos todas nuestras cosas y salimos corriendo. Unos dos amigos me agarraron de los brazos, me llevaron literal de ‘cantarito’ porque yo corría más lento que ellos. Teníamos que saltar dos rejas, entonces me avientan por una reja y me rajo toda la rodilla y se me rompe el pantalón y voy sangrando. Salimos todos corriendo y nos subimos al coche, nos cambiamos la ropa y yo así de «buenas noches oficial» y dije «sabes que, ya no puedo salir a hacer esto aquí» (...) y me fui a la tienda y me compré pinturas al óleo, yo no sabía nada de óleo. No tuve una formación académica en cuestión de la pintura sino que todo fue con base en lo que yo siento y en lo que me imagino”.  

A la par de sus aventuras por las calles de Chicago, Claudia entró a un curso de radio y al año ya tenía su programa. Durante los casi tres años que estuvo en la estación entrevistó a Gustavo Cerati cuando éste promocionaba su álbum Siempre es hoy y también conversó con Las víctimas del doctor Cerebro. 

Poco tiempo después regresó a México y sucedería el momento que fue un parteaguas en su vida. En uno de sus cumpleaños, el 5 de marzo de 2014, la asaltaron cuando regresaba a casa del trabajo en bicicleta. 

“Me golpearon (en el lado izquierdo de la cabeza) y quedé con fisura en el cráneo, el cerebro inflamado y un esguince cervical. ¿Cómo me pegaron?, no sé, yo sólo sé que iba en la ‘bici’ y de repente sentí un jalón y ya no me acuerdo de nada. Me quedé como una semana en el hospital, en observación y me aventé como tres meses en incapacidad”, menciona.

El golpe dejó secuelas físicas y motrices; Claudia ha ido perdiendo la memoria, tiene dificultad para ver con el ojo izquierdo y su pulso es inestable; pero, aunque se trató de un momento complicado, ella decidió darle la vuelta y tomar las riendas para salir adelante con sus dos hijos: una pequeña de 12 años y un niño de 10 (actualmente).

“Para mí fue un parteaguas, es decir, como una sacudida de «¿a dónde irás?» y decir «¡despierta!, no te puedes quedar donde estás»”, cuenta.

Terminó la preparatoria y aplicó para Arquitectura en la Universidad de León, donde cursó dos cuatrimestres. Para ese entonces se intensificó su gusto por la fotografía y comenzó a hacer sus pininos como asistente médico, donde descubrió un mundo interesantísimo del que no solo le interesaba aprender, sino que descubrió que era un área ideal para documentar o retratar y esto a la postre se convirtió en su carrera y lo que la ha llevado a estar al frente de médicos, dando ponencias.

La etapa de Arquitectura terminó y vino un tiempo libre. Tras este periodo aplicó para la Licenciatura en Cultura y Arte en la Universidad de Guanajuato. Entró y en el segundo semestre eligió integrarse al taller de fotografía, donde aprendió más sobre los conocimientos básicos de ésta.

Pero la diversidad de ocupaciones que tenía comenzaron a cobrar factura y se vio reflejado en las calificaciones; ese fue un momento para seguir un instinto y emprender un viaje con la finalidad de trabajar en una empresa específica como fotógrafa, pero sin dejar la universidad. 

Así, sin más, y con el apoyo de su novio Andrew, emprendió un viaje en solitario a Puerto Vallarta. Su experiencia laboral le abría puertas para trabajar en call center, pero no era su objetivo. Ella tenía claro qué quería e iba a luchar para conseguirlo. Luego de tocar puertas, hizo la llamada que cambió esa etapa.

“Marco a la empresa Vallarta Adventures (donde quería trabajar) y le digo a la chica «oye,  sabes, mandé mi CV hace varias semanas. No sé qué ha pasado, a lo mejor no les interesa mi perfil o algo» y me dice la chica «checo y te regreso la llamada». Eso fue el martes como a las 10:00 de la mañana y sería como la 1 o 2 de la tarde cuando recibo una llamada y eran ellos. La chica me dijo «sí nos interesa tu perfil, tenemos vacante para atención al cliente, ¿te interesa una entrevista?» y yo «está bien» cuando lo que quería era fotografía”. 

Al día siguiente se alistó y fue hasta Nayarit, donde estaba la empresa. Después de una larga entrevista fue contratada para trabajar en el call center, aunque la vida le tenía preparado otro plan. Por azares del destino la jefa de atención al cliente se enteró que era fotógrafa y le comentó a la chica de recursos humanos. Ambas coincidieron en que el lugar de Claudia era en el área de fotografía. 

Así comenzó su travesía de cuatro meses en la fotografía en barcos, donde cada noche tomaba alrededor de 130 instantáneas.  “Yo creo que para mí, la mejor escuela de fotografía fue ahí. Aprendí un montón de cosas: técnicas, ángulos, encuadres, de todo”. 

A pesar de estar a gusto con su estilo de vida e incluso pensar en mudarse definitivamente a Puerto Vallarta con sus hijos, Claudia regresó para continuar con sus estudios y retomar su carrera en la fotografía médica.

Actualmente está a días de terminar la Licenciatura en Cultura y Arte; recién regresó de Sudamérica, donde fue ponente en el 1er. Concurso de Fotografía Médica en la Universidad de Huancayo, Perú, y estuvo en Ciudad de México realizando varias sesiones en quirófano.

Por eso, al cuestionarla sobre dónde se ve en cinco años, no duda en responder “viviendo en Puerto Vallarta y trabajando en la fotografía médica, pero ya a otra escala (trabajando con médicos de toda la República)”. Además está la posibilidad de ser la fotógrafa de una publicación editorial de medicina.

Claudia, la menor de once hermanos, amante de los chiles rellenos que prepara su mamá y de la técnica del punto de cruz en bordado, es una mujer que conoce bien el significado de resiliencia, porque más allá de tener buenas y malas experiencias, sabe que de todas ellas se puede aprender.

Silvia Palacios Silvia Palacios

Comunicadora de formación. Ha trabajado en prensa escrita para formatos impreso y web. Actualmente se desarrolla en Comunicación Social. Foodie (por no decir de buen diente), viajera, melómana y entusiasta de la ortografía.