Grandes plumas de la literatura mundial se encuentran en la amplia lista de aquellos a quienes Kafka, y sus letras, ha emocionado y guiado, de alguna manera, dentro de su camino artístico. Vasta y multifacética es esta influencia que por supuesto llega a todos los rincones del mundo contemporáneo.
Iniciamos este recorrido con el reconocido autor colombiano Gabriel García Márquez, quien en 1947, siendo estudiante de Derecho, se encontró con La metamorfosis, una historia que le evocó la narrativa de su propia abuela, una historia de eventos ‘extraños’ contados con la mayor naturalidad posible, como si ello fuera lo más cotidiano. De esta manera, el Nobel de Literatura arrancaría una destacada —y conocida por todos— carrera literaria, tomando el camino para definir su propio estilo y transitar por su inconfundible realismo mágico.
Kafka “definió un camino nuevo” para su vida. Un día después de su encuentro con La metamorfosis, García Márquez comenzó a escribir su primer cuento, ‘La tercera
resignación’, sobre un hombre que enfermó de fiebre tifoidea cuando era niño, por lo que su madre lo metió vivo en un gran ataúd para que pudiera crecer allí. La historia fue publicada en un periódico importante y poco después el estudiante de Derecho abandonó la universidad y se dedicó a la literatura hasta el fin de sus días.
Jorge Luis Borges también encontró en Kafka una fuente constante de inspiración,
admirando su capacidad para transformar la angustia y las pesadillas en relatos claros y precisos, llegando a considerarlo como “el gran escritor clásico de nuestro atormentado y extraño siglo”. Los textos del autor argentino se caracterizan por su combinación de brevedad, precisión lingüística y poder narrativo, resistiendo a la interpretación alegórica y concentrándose en renovar el género fantástico.
Por encima de todo, Borges consideraba que un tema era central en la cosmovisión de Kafka: la relación desesperada de una persona con un orden superior cuyas leyes no puede entender, ya sea este orden una corte, el emperador, Dios o simplemente el infinito cosmos.
Y es precisamente en torno a este motivo que se aprecia una influencia directa de Kafka en algunos cuentos del autor argentino, como ‘El acercamiento a Almotásim’, ‘La biblioteca de Babel’, ‘La lotería de Babilonia’ o ‘El milagro secreto’.
La figura de Kafka también se encuentra ligada a la obra del guatemalteco Augusto
Monterroso, quien le rendía homenaje en muchos de sus escritos, textos breves y llenos de ironía. Éste fue impulsor de una lectura renovada de Kafka, renunciando a perspectivas biográficas y proponiendo una interpretación sustentada en claves humorísticas. Además de lo que se puede percibir en sus escritos, es el propio Monterroso quien reconoce esta gran influencia, añadiendo que lo fue también para compañeros de su generación como Juan José Arreola, en una época en la que la literatura en México deja de atarse al realismo y los problemas de los campesinos y la revolución para asirse al territorio de la imaginación.
“La verdad es que Kafka me ha acompañado desde hace mucho tiempo“, leemos en los fragmentos del diario de Monterroso La letra e. Por eso es frecuente encontrar en su obra pequeños homenajes a Kafka. El más famoso se llama “La cucaracha soñadora” (1969):
“Érase una vez una Cucaracha llamada Gregorio Samsa que soñaba que era una
Cucaracha llamada Franz Kafka que soñaba que era un escritor que escribía acerca de un empleado llamado Gregorio Samsa que soñaba que era una cucaracha”.
Como otro ejemplo del poder de Kafka en la literatura contemporánea y latinoamericana encontramos a Pergentino José, autor mexicano de origen zapoteca que combina realismo con eventos fantasmales en inquietantes textos, ejemplo de ello es su libro Hormigas rojas.
“Me interesa lo kafkiano, estos espacios cerrados en donde se va en busca de un lenguaje interior, absurdo… Soy un fervoroso lector de El castillo”.
También en el panorama de la literatura mexicana, la poeta y escritora Sandra Rosas (El mar que no vio mamá) pone de manifiesto esta inspiración, reflexionando en sus textos, sobre relaciones entre madre e hija, violencia misógina y escenas oníricas.
El entusiasmo por la literatura de Kafka desencadenó que, en 2022, el Departamento de Estudios Románicos de la Universidad Carolina de Praga realizara un coloquio internacional sobre la presencia e influencia del escritor en la literatura de Latinoamérica, observando claramente que no solo ha sido fuente de inspiración para los autores del llamado boom latinoamericano, sino que así se mantiene en el escenario de la escritura contemporánea.
“Lo que a mí me ha sorprendido es el interés de todo el mundo, de los que vienen aquí, es que hay un gran eco de Kafka en la literatura actual del siglo XXI. Especialmente escritoras, como Samanta Schweblin, Susana Tampieri, que son argentinas, Daniela Tarazona de México, Claudia Hernández de Salvador, Lilian Elphick de Chile, o sea, las escritoras más o menos jóvenes se entusiasman con el tema de Kafka y creo que lo que más interesa es el tema del animal, de la metamorfosis, de la humillación del hombre, más que, digamos, la burocracia o los temas que interesaban antes”, compartió Anna Housková, conferencistas y profesora de la Universidad Carolina, con Radio Praga Internacional.
Y aunque nos enfocamos en lo que la literatura posee de la perspectiva de Kafka, disciplinas como el cine se ven envueltas también con su arte, tal como sucesión con Hitchcock y sus referencias kafkianas como el tema de la sospecha o la culpa constante en películas como Rebeca (1942), Sospecha (1941) o Con la muerte en los talones (1959).
Orson Welles realizó la adaptación al cine de El proceso, integrando largas sombras,
diálogos interminables y una angustia constante para el espectador.
En el cine moderno, Lars von Trier aborda de manera constante al personaje atormentado y solitario, enfrentándose a sociedades déspotas, frías y crueles, “lo que es a su vez uno de los principales leitmotivs de la obra de Kafka, con claras referencias religiosas y existenciales”.
Infinidad de ecos kafkianos resuenan a nuestro alrededor, se perciben en múltiples obras y transforman nuestra visión en experiencias surreales, demostrando así la profundidad y trascendencia de las letras del autor checo, consideradas entre las más influyentes de la literatura universal.