INSTITUTO CULTURAL DE LEÓN

Liz Espinosa: Crear para el alma

Conoce la vida de esta compositora que entre la música y la poesía crea obras de arte.
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Silvia Palacios
1973. Ciudad de México. Nace Elizabeth Espinosa Terán. Años después se consolida como músico y musicóloga. Actualmente vive en la ciudad de León, junto con su familia. Ella es inquieta y ama crear.

Liz, como es mayormente conocida, es una apasionada de la música y de crear… crear composiciones, poemas, cuentos… crear para el alma.

Su primer acercamiento a la música fue desde pequeña, cuando su padre y su madre le cantaban canciones de cuna. Aún recuerda las tonadas y cómo, sin conocimientos previos, disfrutaba tocar el piano que había en casa.

Aunque la música siempre ha estado presente en su vida, por azares de ésta, Liz se profesionalizó en Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México (titulada en 1998 con Mención Honorífica); pero su vocación estaba en la música, así que a la par concluyó el ciclo propedéutico en la Escuela Nacional de Música de la misma casa de estudios.

Convencida en lo que deseaba hacer en su vida, comenzó a centrar su carrera en la música y fue así que emprendió un viaje al Viejo Continente para estudiar la Maestría en Musicología en la Universidad Autónoma de Barcelona, de donde años después, y ya viviendo en León, se titularía con honores por su investigación sobre la vida y obra del maestro Guillermo Pinto Reyes.

“Cuando llego a vivir a León, hace 22 o 20 años, acababa de terminar en Barcelona, estaba en la fase de mi tesis. Entonces quería una tesis de un tema local (me dije) «Voy a trabajar en algo que sea de León y que sea un granito de arena que aporte a la cultura local»”.

Comenzó a indagar sobre la música que se hacía en León en siglos pasados, pero no encontró la suficiente documentación. Fue entonces que conoció a José Covarrubias, quien le habló del maestro Pinto Reyes y así comenzó con la investigación de tesis que, como académica, lo más valioso que le dejó, fue el proceso metodológico.

Fue ya alrededor de los 37 años que decidió dar un giro a su carrera y se enfocó en la composición.

“Me di permiso de ser algo más cercano a lo que deseaba ser y lo que implicaba dejar de ser, pero no me arrepiento para nada, porque lo que hago ahora me da mucha más satisfacción”, platica.

Y así como sus padres le cantaban canciones de cuna, ella hizo lo propio con sus hijos e incluso a cada uno le compuso un tema, que después unió y refinó, creando Arrullo para Alonso e Inés, que se convertiría en el tema principal de la exposición ‘Matrices’ de Lilia Martínez y que se exhibió en el MiM, Mi Museo Universitario De La Salle Bajío.

Liz ha sabido combinar dos de sus grandes pasiones: la música y la poesía, aunque para ella ambas se sintetizan en el sonido.  

“La poesía me gusta mucho porque finalmente es sonido, más allá del sentido de lo que nos diga el poema es un conjunto de sonidos; entonces para mí la palabra es otro instrumento como puede ser el piano o la voz humana, y me gusta crear alrededor del sonido”, menciona. 

Recuerda que cuando era adolescente le gustaba escribir cuentos pero no poesía, porque en aquel entonces no la comprendía del todo, entonces decidió centrarse en la escritura narrativa. Fue el aclamado Gabriel García Márquez quien la ‘atrapó’ y por quien comenzó su gusto por la lectura, aunque entre sus escritores favoritos también se encuentra Octavio Paz. 

Cuando entre sus lecturas comenzó a ser más frecuente la poesía, Liz comenzó a estudiarla a profundidad y tomó cursos en varios espacios como el Instituto Cultural de León e incluso cursó un Máster en Creación Poética en España; aunque ella prefiere definirlo como arte sonoro.

Al cuestionarla sobre cómo se definiría, le basta una palabra: inquieta, pero no porque esté en constante movimiento, sino porque su mente está ‘maquinando’ para crear, para siempre estar pensando en las posibilidades del arte y su carrera; en sanar las necesidades internas que todos tenemos.

“Creo firmemente en que tenemos necesidades sumamente poderosas como la de comer. Así como esa, hay necesidades interiores que son psicológicas, intelectuales o espirituales, pero que son igual de necesarias (que las físicas). Y yo le doy crédito a mi necesidad interior”.

Justo esta máxima se ha convertido en parte de su proceso creativo, pues primero prefiere explorar y resanar su necesidad interior con explosiones de creatividad y después se concentra en la parte metodológica, pues para ella está muy claro que un artista debe tener un lado organizado que le permita aterrizar sus creaciones.

“Creo que la diferencia entre un aficionado y un profesional es que a fin de cuentas el profesional tiene que llevar las cosas a un nivel de mayor compromiso y de mayor precisión”. 

Así es ella, una músico, poeta, docente y académica que goza de estudiar, de alimentar el alma a través del arte y cuyo actual paisaje sonoro es oscuro, pero no en cuanto a personalidad, sino entendido como un mundo interior que está por descubrirse.

“Imagínate que todo tu bagaje cultural, en este caso sonoro, sea una gran habitación donde solo hay una luz focalizada, entonces tú puedes ver lo que hay debajo de esa lámpara porque ahí hay luz y debajo de esa lámpara resulta ser que tienes toda una tradición técnica, tienes tus obras anteriores, tienes tus influenciadores sonoros; pero hay toda una parte a la cual no le cae ese chorro de luz, que está oscuro, entonces yo tengo esa necesidad de agarrar mi velita y de irme por otro lado a ver qué hay en otra parte que no estoy viendo. Ese es mi paisaje sonoro”, expresa. 

Actualmente, Liz trabaja en un proyecto personal que espera pueda cristalizarse este 2022 en algún punto de la ciudad. A finales del año pasado inauguró Tzotzona, una intervención 

poético sonora que se encuentra en el Jardín de las Esculturas del Forum Cultural Guanajuato.

“Es como asistir a un diálogo entre tres entes artísticos: una escultura, un poema y música, y la idea es que la gente vaya, lo escuché y siga dialogando”. 

Para crear este proyecto, Liz buscó crear un diálogo con cada escultura y a partir de éste componer un poema y una obra musical, interpretada por el Coro del Teatro del Bicentenario. La intervención estará de forma permanente.

Activa y en constante creación, Liz Espinosa Terán se ha convertido en un referente artístico en León; una mujer entregada y apasionada por la música que busca cubrir las necesidades interiores a partir de procesos creativos, que busca alimentar el alma a través del arte; porque “crear es acabar de vivir la vida”.

Silvia Palacios Silvia Palacios

Comunicadora de formación. Ha trabajado en prensa escrita para formatos impreso y web. Actualmente se desarrolla en Comunicación Social. Foodie (por no decir de buen diente), viajera, melómana y entusiasta de la ortografía.