INSTITUTO CULTURAL DE LEÓN

Los afrodisíacos de Isabel

Esos alimentos mágicos que buscan abrir las puertas del amor, tienen una larga y misteriosa historia.
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María Luisa Vargas San José
Isabel (Allende, por supuesto) siempre me ha parecido una de las más femeninas y fantásticas fuerzas de la naturaleza. Desde que leí La casa de los espíritus y poco después De amor y de sombra, y luego casi todas las demás, me di cuenta de que estaba en presencia de una mujer libre.

Que muchos críticos, en su mayoría varones, la descalifiquen de un plumazo, no me sorprende en absoluto. El descaro emancipado y mujeril suele provocar terribles agruras a los estómagos rígidos. Ni modo.

A mí, esa irreverencia y falta de recato, esa honesta manera de escribir sin andar buscando pretextos y excusas, sin pedir perdón, tanto de profundos dramas existenciales como de sutiles felicidades pequeñas, me atrapa sin remedio. Me gusta. Isabel me sabe rico.

Cuando Isabel llegó al tostón de los 50 años, se miró al espejo y se vio diosa. Una afrodita deleitable que, habiendo sobrevivido al terrible naufragio, regresaba a la vida a través del placer. El 8 de enero de 1996 se arrancó, con toda la fuerza que la socorre cuando comienza un nuevo proyecto, a investigar, a curiosear, a paladear todo lo que pudiera encontrar sobre sensualidad, amor y erotismo.

Así nació un libro confidencial y divertido, lleno de relatos, recuerdos y anécdotas históricas fabulosas, tan seductoras como sus propias recetas, que vienen directamente de su recetario familiar, abierto con la generosidad de quien se regocija en la fiesta de regalarle al mundo lo mejor de sus cazuelas. Y así, en 1997, del horno salió Afrodita. Cuentos, recetas y otros afrodisíacos. Un texto que nos guía a los placeres de la boca y del corazón, un baile de sabores que incita al deseo amoroso, dedicado a “Los amantes juguetones y, ¿por qué no?, también a los hombres asustados y a las mujeres melancólicas” (Allende. 2014.1). Allende comienza con un acto de contrición: “Me arrepiento de las dietas, de los platos deliciosos rechazados por vanidad, tanto como lamento las ocasiones de hacer el amor que he dejado pasar por ocuparme de tareas pendientes o por virtud puritana...” (Allende.2014.13).

A cualquier edad es una gran idea esa de escribir una oda a la propia sensualidad, tenga el género que se tenga y la preferencia sexual que mejor nos parezca, es una idea genial. Y como el principio de todo conocimiento del mundo se origina en los sentidos, tiene todo el sentido poner nuestra máxima atención en comenzar a vivir escuchando con la vista, oyendo hasta con los ojos, acariciando los olores y paladeando la piel para descubrir los secretos del cosmos con la boca, húmedo y sabio escondite del amor y los apetitos.

Los afrodisíacos, esos alimentos mágicos que buscan abrir las puertas del amor, tienen una larga y misteriosa historia. Llenos de secretos, aparecen en ocultos tratados de todas las épocas, afrodisíacos tan antiguos como Egipto y Roma, tan oscuros como los sótanos alquímicos medievales, tan peligrosos y osados como las pócimas renacentistas, tan pasionales como impúdicos en la corte de los Luises, tan modernos en estos tiempos hiperconectados… han sido siempre herramienta de seducción amorosa, erótica y sexual que sin duda encontraremos en este libro, en donde Isabel se concentra en encontrar recetas que se puedan preparar sin el peligro de ir a la cárcel y sin tener que buscar ingredientes en la deep web… preparaciones afrodisíacas amables y normales, posibles con los recursos comunes y corrientes con los que puedan contar nuestros mercados, alacenas y refrigeradores latinoamericanos, sin caer en los citados perversos mejunjes brujeriles.

“Los afrodisíacos son el puente entre gula y lujuria” dice Isabel, y cito textualmente “En un mundo perfecto, supongo que cualquier alimento natural, sano, fresco, atractivo a la vista, sabroso y liviano ―es decir, las mismas virtudes que uno desea en su pareja― sería afrodisíaco, pero la realidad es bastante más enrevesada. En la búsqueda incansable de fortalecer el frágil miembro masculino y curar la indiferencia de las mujeres distraídas, se llega al extremo de tragar polvo de cucarachas” (Allende.2014.34).

Cada quien tiene viviendo escondidos, entre la boca, el corazón, el cerebro y el resto del cuerpo, sus propios antojos; sus gustos y alimentos predilectos, sus pasiones secretas por bocados que abren la puerta a recuerdos íntimos y felices. Cremas dulces y sedosas, tersos helados que se deshacen en la boca. Perfumadas frutas paradisíacas. Carnes robustas, especiadas, contundentes, viriles. Salsas de todo tipo, moles complejos llenos de pasión, con sus diferentes planos multisensoriales; Chiles pícaros y arrobadores ¡seductores como ellos solos!

A mí, en lo personal, una gorda copa de vino tinto maridando un trozo de pan de masa madre que abrace crujiente y amoroso una tableta de chocolate oscuro, muy oscuro… me puede llenar de ideas peligrosas.

Con singular alegría, hoy comparto la receta que Isabel bautizó como ‘La Carlota de los amantes’ con la esperanza de que ayude a ustedes a conseguir que sus deseos más sensuales se conviertan en realidad.

Que afrodita los acompañe y los bendiga.

Carlota de los amantes

¡Saturada de afrodisíacos: chocolate, nueces, café, licor, huevos!

Ingredientes

4 galletas tipo soletas molidas

2 huevos

1 barrita de chocolate amargo (75g)

2 cucharadas de nueces molidas

2 cucharadas de azúcar

2 cucharadas de mantequilla

½ tacita de café negro muy concentrado

1 cucharada de coñac o brandy

Modo de hacerse

Parta el chocolate y derrítalo a baño María con 2 cucharadas de agua. Agregue el azúcar y la mantequilla. Bata bien agregando las yemas de una en una. Cocine 5 minutos y retire del fuego. Bata las claras a punto de turrón firme e incorpórelas al chocolate junto con las nueces. Agregue suavemente el café, el coñac y las galletas. Coloque en dos copas anchas y decore con crema chantilly.

Referencias

Allende, Isabel. 2014. Afrodita, Cuentos, recetas y otros afrodisíacos. México. Penguin Random House Grupo editorial S.A de C.V. Barcelona