Abogado de formación, escritor por vocación. Marco Antonio Hernández Ornelas, mejor conocido como Marco Ornelas, ha sabido equilibrar su trayectoria como abogado, empresario y escritor; la determinación y la disciplina han sido elementos fundamentales para lograrlo.
Marco cuenta que fue gracias al maestro Juan Manuel Nieto Antúnez que tuvo su primer acercamiento a la literatura.
“No fui un lector como me hubiera gustado ser, de esos que empiezan muy jóvenes, yo empecé ya grande, en la Preparatoria (...) Ahí me tocó que me diera clases el maestro Juan Manuel Nieto Antúnez, que era un abogado y, además, un hombre culto, ilustrado y también escritor (...) Entonces él nos empezó a inculcar el amor a las letras, a las humanidades, a las artes, a la escritura”, menciona.
A la par que descubría su pasión por las letras fue integrante de una banda de rock y tomaba clases de guitarra clásica, esto lo ayudó a darse cuenta que, tanto de forma lírica como académica, podía lograr un estilo de vida auténtico a través de la música pero, sobre todo, de las letras.
“(Con) esta formación clásica y la otra formación lírica empecé a descubrir que a través de la literatura, y específicamente de la poesía, se podía lograr una vida auténtica, lograr cierta autenticidad”.
Y es que para él esa cualidad es muy importante: ser auténtico, y establece como ejemplo que un rockero no necesariamente tiene que cumplir un estereotipo de vestimenta para serlo, puede ser un rockero que sabe quién es y sabe sus gustos, pero no tiene que demostrarlo.
De hecho, dentro de sus obras tiene El mito de Proteo. Ensayo sobre la autenticidad, donde diserta sobre este tema a partir de los sueños postizos, aquellos que se van heredando y crecemos con la idea que son nuestros, pero no es así.
“Cuando te pones a analizarlos con rigor, te das cuenta que se desvanecen. Entonces, lo primero que tienes que hacer es analizar tus sueños”.
Otro escritor que ha dejado una marca en él es Gabriel Zaid, de quien menciona, tiene una influencia en su forma de “enfrentar la vida”.
“A veces el estereotipo de poeta o de escritor es el maldito, el que termina como Edgar Allan Poe, muerto en una de las calles de Estados Unidos completamente embriagado y otros escritores completamente perdidos. Gabriel Zaid cuestiona eso y dice que se puede ser escritor y se puede llegar a tiempo a las citas, se puede ser escritor y se puede ser empresario, se puede ser escritor y se puede ser una persona saludable. Y eso me deslumbra a mí”. Tenía 20 años cuando dio con ese libro que le cambió la perspectiva de vida.
Sobre su proceso de escritura, platica que lo más importante es la disciplina y la constancia “no es nada romántico”, señala. Y es que, aunque es consciente de que existen momentos de inspiración, no siempre se puede canalizar en ese momento, por ello, rigurosamente escribe en los días y horarios que autoestablece y, a partir de ahí, pide a su familia un momento para él, un momento para la escritura.
Desde los 16 años tiene esta disciplina literaria y ya sea por la mañana, por la tarde o por la noche, se toma un tiempo para escribir aunque a veces no logra hacerlo, menciona; no por el hecho de que no surjan ideas, sino que esas oraciones no terminan de convencer, no terminan de ser; en contraparte, hay algunos poemas que realiza tal pareciera porque así estaba destinado a ser: “es cierto que a veces no sabes cómo escribiste tal o cual poema. Es verdad. Y no te lo explicas”, menciona.
Actualmente, esos momentos de escritura son los lunes, miércoles y viernes de cinco o seis de la tarde y hasta las ocho o nueve de la noche, porque…
“Me di cuenta que si no tienes disciplina, no escribes los libros”.
Sobre su poesía, señala que le gusta que sea concisa y precisa, sintetizando el lenguaje: “que un verso sea como un puñetazo, que te noquee, que te quite un poco la respiración, que te saque de tu estado actual y te haga pensar”.
Y ese estilo le ha valido reconocimiento, pues en 2017 obtuvo el primer lugar en los Premios de Literatura León, en la categoría de poesía. Además, reconoce que justo por ese estilo de escritura es que sus libros, tanto de poesía como de ensayo, no son de muchas páginas. Al cuestionarlo sobre si se adentraría a algún otro género literario, confiesa que quizá podría ser una novelletta, algo acorde a su forma de escribir.
En marzo pasado, Marco presentó su más reciente libro: El sonido de las seis sílabas, un poema de largo aliento publicado por Valparaíso ediciones, compañía española; una obra que significa también un paso simbólico en su carrera pues éste va a estar disponible en librerías de aquel país.
Un libro que une la poesía con la Filosofía, disciplina de la cual también disfruta mucho y es de sus lecturas habituales; probablemente a eso se deba que este libro tendrá un lugar especial en ese estante donde reposan las doce obras que han visto la luz con su nombre; libros de ensayo, pero, sobre todo, de poesía.
Quizá por ello, al preguntarle ¿qué te ha dejado la poesía?, él dice con seguridad: “me ha dado un gran viaje. Ha sido una aventura. Un viaje. Así lo puedo definir”.