Siempre me pareció fascinante el poder que el grafiti me da, pensar que no hay una manera ‘adecuada’ de pintar, ‘desarmando’ a mi manera lo ya existente y haciendo ver esas descomposiciones como la mejor composición, mostrando así mis pensamientos, volviéndolos tangibles y, de alguna forma, seguir siendo un niño al hacerlo. El grafiti me hizo libre y me presentó a todas las demás disciplinas que hoy en día hago.
Artes visuales
Persistencia en la matrix
A los 12 o 13 años me apodé fakto y desde entonces pongo mi nombre adonde sea que voy.
04 abr. 2024
