INSTITUTO CULTURAL DE LEÓN

Teatro clown. El encuentro de lo humano

La risa y la sensibilidad se han convertido en un elemento imprescindible en el arte escénico.
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Edgar Aguirre
El clown o el payaso es un ente por demás conocido y arraigado en muchas culturas, cautivando a públicos diversos a lo largo de los siglos; sin embargo, a través de los años, su esencia también ha evolucionado, adaptándose así a los propios cambios del mundo y de las sociedades.

Muchas han sido las formas de presentarse; su rostro cubierto con pintura y trazos sobre el mismo, la nariz marcada, en su maoyoría, de color rojo y vestuarios vistosos y coloridos forman parte de las características físicas que se generalizan en la figura del clown y que han quedado fijas en el imaginario colectivo.

Convertido en el amo del juego, el clown se presenta bajo múltiples facetas: precioso y majestuoso como Francesco Caroli, altivo y tiránico como Foottit y Antonet, bondadoso y rollizo tal como Jean-Marie Caïroli, Mylos, W.C. Ilès, Pompoff o Kiko Fratellini, ágil física y mentalmente, ligero y gracioso como François Fratellini o Luis Cervantès, encantador y apaciguador como Alex (Alexandre Bugny de Brailly) y con Zavatta o paternalista y cómplice como Alexis Grüss junior, junto a su padre Augusto, Dédé.1

La transformación del mundo y del arte permitió que el clown llegara a espacios que en un inicio no eran convencionales para su labor, como el teatro. Vsévolod Meyerhold (1874-1940), director de teatro, actor y teórico ruso, fue uno de los impulsores de esta integración, siendo el circo un eje fundamental de su investigación multidireccional, valiéndose además de las técnicas de éste para aplicarlas a un teatro vigente en la segunda década del siglo XX.

Los payasos eran para él una referencia privilegiada, por ello los invita al equipo pedagógico de su Estudio (inaugurado en 1913 en San Petersburgo), como a Jacomino, payaso italiano acróbata y malabarista excéntrico, luego a Donato, payaso-bufo, especialista en gimnasia aérea. Al recurrir a estas disciplinas, Meyerhold busca una preparación específica para un nuevo tipo de actor. Se nutre del circo sin abandonar el espacio del teatro, para regenerarlo. Meyerhold afirma incluso en 1924, que es únicamente en la práctica de los payasos excéntricos que se encuentran “métodos auténticamente teatrales”, aptos para alimentar nuevas formas escénicas.

Este interés por los payasos era compartido entonces por numerosos artistas europeos: Jean Cocteau, Darius Milhaud, Firmin Gémier, Jacques Copeau que acuden a Medrano para ver a los Fratellini, considerados como “actores de la pista”. Copeau, tal como Meyerhold, invita payasos a la Escuela del Vieux-Colombier. Sin embargo, la actuación psicológica es conservada, con un resultado muy distinto al de la radicalidad de Meyerhold, no se trataba ya de renovación, sino de un aditivo nostálgico, a pesar de su intuición de que el payaso es un “verdadero actor”.2

Así, los payasos llegaban a los escenarios y dejaban de ser simples personajes para convertirse además en un nuevo formato escénico, en un modelo lingüístico y una técnica pedagógica; un renacimiento del clown, probablemente comenzado alrededor de 1960 por el actor y profesor francés Jacques Lecoq, quien estuvo relacionado con técnicas de teatro del gesto, mimo y movimiento.

…Un payaso que dejará la pista del circo donde desfallece, para ganar la calle, los cabarets, los escenarios de teatro. Lecoq trabajó en esta transformación del payaso de circo hacia el payaso de teatro, abierto a situaciones dramáticas renovadas. Y transformó la actuación clownesca en un territorio dramático esencial de la pedagogía del actor, abriéndolo a lo burlesco y a lo absurdo.3

Así, actualmente el clown goza de grandes exponentes dentro del teatro contemporáneo; compañías y artistas se vuelcan hacia este género que ha ganado gran terreno en el arte escénico. Como técnica, es gratamente implementada en entrenamientos actorales para recuperar la espontaneidad y la libertad de juego, la creatividad, la imaginación y de estar abiertos al disfrute de nuestra propia ridiculez.

Es un proceso que implica partir desde la realidad de uno mismo y llevar al extremo las propias características físicas y psicológicas, explorando así un abanico de emociones y reacciones ante las diversas circunstancias de la vida.

Según Jesús Jara, formador, payaso y teatrero, dentro de su libro El Clown, un navegante de las emociones, menciona:

El clown es alguien que vive, siente y reacciona de todas las maneras que una persona puede registrar en cualquiera de sus fases vitales: infancia, adolescencia, madurez, vejez… Se diferencia de un personaje teatral en que este está acotado por toda una serie de características y relaciones dadas por el autor, el director, los creadores, la dramaturgia o los otros personajes. Por el contrario, el clown sólo tiene como referencia aproximada a cada uno de nosotros cuando nos deslizamos a ese otro yo que es nuestro clown.4

Mientras que la autora Cristina Moreira, en Técnicas de clown: una propuesta emancipadora, afirma que:

Clown es entonces, a diferencia del payaso, aquel que por su formación puede integrarse al juego teatral, a la representación de una obra de teatro, sin perder su capacidad adquirida de comediante clown, es decir que es un comediante que al manejar las técnicas del clown puede también crea otros personajes de requerimiento teatral.

En la formación del actor, es de carácter significativo el profundizar en este método ya que ayuda a adentrarse en un universo de autoconocimiento y a comprender la importancia tanto de estudiarse como de reconocerse a sí mismos antes de abordar cualquier otro personaje; para lo cual, esta experiencia se convierte en un «[...] momento de expansión hacia lugares antes no transitados, que potencia su conexión con el público, su capacidad de superar cualquier torpeza no premeditada (olvidar la letra, caerse en escena), como la experiencia necesaria para ir acercándose a la máscara que hará reír».5

Para artistas como Aziz Gual, director y clown mexicano, este tipo de entrenamiento debería estar integrado en la formación de las y los estudiantes de artes escénicas, complementando dicha preparación “con más humanidad, menos actuada y sí más sentida”. Mientras que para Wendy Ramos, actriz peruana, en el clown no existen barreras, es una forma de temerle al público y de ver al otro como igual, “mostrando un estado de fragilidad, tratando de reflejarse en el otro, con sus manías, miedos, tristezas, alegrías…”.

León por supuesto cuenta con representantes del teatro clown, quienes lo implementan como parte fundamental de su quehacer artístico o bien enmarcando en éste ciertas producciones.

Moebius Teatro Clown es claramente uno de los principales ejemplos. La compañía leonesa se ha distinguido por presentar espectáculos de calle o en espacios cerrados dirigidos a todo público, combinando el clown y la pantomima; además, cuenta con talleres de clown, actuación y teatro social para niños, jóvenes y adultos. En su formación destaca el teatro físico, artes circenses, pantomima y máscara teatral, permitiendo acercarse a los otros a través de un lenguaje considerado profundamente humano. Entre sus trabajos se encuentran: Glu Glu Sueños de Payasos y Ballenas, Circo Ñaca Ñaca, Pianina, Soñando a Shakespeare y Sobre las Olas del Vals.

Factótum Escena, con más de 15 años de labor, ha explorado el género y la técnica para construir nuevas realidades y transformar la experiencia teatral en un diálogo vivo y resonante con la audiencia, lo que además recae en la generación de una comunicación basada en las emociones. La compañía ha vinculado su trabajo con un constante compromiso social, cultural y educativo. Un viaje al interior y La siempreviva y sus más de cuatrocientos forman parte de los montajes que ejemplifican sus trabajos dentro del clown.

Por su parte, Líquido Colectivo se ha involucrado con éste gracias a Papanatas, de Emiliano Dionisi, adaptación de una comedia de Molière, permitiendo así el acercamiento del público a clásicos de una manera ligera, poética y divertida. El colectivo fue fundado en 2012 y desde entonces ha producido contenido para todo tipo de público, buscando apuntar a una visión horizontal entre espectador y espectáculo.

Palabra por seña utiliza el teatro clown como base para ofrecer un espectáculo disfrutable para personas sordas, así como para compartir con otras y otros espectadores información interesante sobre la comunidad de sordos, su cultura y datos básicos de la Lengua de Señas Mexicana. enSEÑAteatro es la compañía encargada de dicho montaje, quienes por más de 10 años han desarrollado proyectos que acercan las expresiones artísticas a personas con esta discapacidad y la sensibilización del público en general.

El desarrollo del clown, en general, ha permitido la transformación y enriquecimiento del arte escénico, así como probablemente de quienes forman parte de él, como artistas o espectadores, pues es innegable su papel como herramienta para recordar la importancia y prevalencia de la imaginación, la risa y la humanidad en un mundo en constante cambio.

Referencias

1Maymard, Marika. El clown | BnF / CNAC. (s. f.). https://cirque-cnac.bnf.fr/es/...

2Picon-Vallin, Béatrice. Clown y teatro. Los payasos en el teatro

 | BnF / CNAC. (s. f.). https://cirque-cnac.bnf.fr/es/...;

3Freixe, Guy. Clown y teatro. El clown en la pedagogía actoral en Francia  | BnF / CNAC. (s. f.). https://cirque-cnac.bnf.fr/es/...;

4Saavedra, Valentina El clown como herramienta pedagógica https://repositorio.unbosque.e...

5Ibid.

Edgar Aguirre Edgar Aguirre

Comunicador con experiencia en producción televisiva y desarrollo de contenidos sociales y culturales. Se ha desempeñado en áreas de Comunicación y RRPP en asociaciones civiles y empresariales. Aprendiz de poeta y músico.