INSTITUTO CULTURAL DE LEÓN

Transformar, crear, el teatro y la vida

Conoce la trayectoria de Karla Blanco, un rostro conocido en el arte escénico en León
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Jorge Flores
Karla María Blanco llegó a León en 2011, luego de recorrer el país aprendiendo, enseñando y haciendo teatro. Aquí se encontró con una comunidad talentosa, curiosa y numerosa, por lo que decidió quedarse, apostar por esta ciudad y crear escenarios para transformar.

Hoy, Karla, junto con Factotum Escena, es reconocida en la escena local por sus propuestas íntimas, divertidas y auténticas; un talento para crear y expresar que se formó de una necesidad siempre presente en ella. 

“Me doy cuenta que hay una necesidad de transformación, de contar historias a través de los personajes y de transformar y hacer posibles muchos sueños, imágenes, historias, etcétera”, nos cuenta Karla en entrevista para la Revista Cultural Alternativas

Ella nació en la Ciudad de México, pero creció en Torreón, un lugar donde descubrió formas de explorar sus necesidades. A los 18 años se topó con un anuncio en el periódico para unirse a una compañía de teatro y a partir de ahí comenzaría una de las mayores travesías de su vida.

“Para mí empieza ahí la escuela de la vida, ya con 18 años me era muy claro: buscar ser independiente, libre y soberana. Ese lanzamiento a la exploración fue con un trabajo que además tenía que ver con algo que yo intuía podía ser lo mío. No pensaba en teatro, solo pensaba en personajes, transformación”. 

En esa primera experiencia en Torreón encontró todo lo que se hacía en escena, desde realizar escenografía hasta el trabajo histriónico, conoció personas que fueron maestros y maestras que le revelaron secretos, le enseñaron trucos y le compartieron experiencias que en el futuro le ayudarían en su carrera. 

“Porque finalmente el teatro tiene que ver con resolver, con acciones creativas, ser propositivo, estar un pie adelante, acciones, entonces verlo, vivirlo y estudiarlo con estas personas, para mí fue la gran escuela”. Fue entonces que se enteró que había una escuela para estudiar teatro, que académica y profesionalmente podía dedicarse a este arte. 

“Se abrió otro abanico de posibilidades y dije: «esto es lo mío, hacer teatro es lo mío», y hacer teatro tiene que ver con abrir espacios, convocar, tener la disponibilidad y la disposición de escuchar otras perspectivas de vida; y de todo ese caos, de toda esa bola de ingredientes, hacer algo para compartir, entonces me pareció un hacer muy generoso y amoroso que tenía que ver también con mi búsqueda, porque de niña buscaba, si no salvar el mundo, sí ayudar para que las cosas fueran diferentes”. 

Al terminar la universidad buscó una ciudad donde pudiera continuar con el teatro como estilo de vida y la obvia opción fue la capital del país, aunque la realidad no fue como la imaginaba. 

“Uno empieza a ver que hacer teatro implica reconocer que cada universo tiene lo suyo y hay espacios muy oscuros, muy mierditas, espacios que le chupan y le chupan a uno hasta el dinero, y no sucede lo que se supone que tiene que suceder, que es encontrarse con el espectador, con más personas y que finalmente lleguemos a más seres humanos”.

“Entonces vuelven las preguntas: ¿para qué quieres hacer teatro?, ¿para qué quieres hacer escena? y ¿dónde?… Me fui a ser aprendiz de acrobacia en mástil a Cancún, ahí aprendí a trabajar con gente de circo y también eso te abre muchísimo las puertas porque en el circo no hay nada que te cubra, tienes o no tienes virtuosidad en algo, así seas payaso tienes que ser un buen payaso porque estás expuesto, no hay un trapecista principiante, porque si ya vas a presentar el número si te caes, ya te caíste, eso a mí me dejó mucho para la escena”.

“Luego me fui a Querétaro, ahí tuve oportunidad de desarrollarme como docente y la docencia me llevó a otro camino que me permitió reconocer el trabajo de uno como actor, como actriz, cómo repercute; y es necesario que como actor, como actriz, no solamente estés a la disposición de la indicación de un director, sino a la propuesta, a estar un pie adelante (...), ser una figura activa, que eso también cuesta mucho en el teatro, contrariamente a lo que pareciera”. 

Fue a través de su participación en un proyecto colaborativo que llegó a León. Aquí descubrió una ciudad llena de posibilidades, de necesidades, de contradicciones, rebelde y también llena de sorpresas. 

“Tengo la posibilidad de venir y empezar a conocer todo el trabajo que se hacía y ¡sorpresa!, en León hay un taller de diseño y realización escenográfica que no hay en una ciudad como Xalapa, por ejemplo, ¿qué está pasando en León?, que hay hasta un taller y hay gente que trabaja colaborando con vestuaristas, con iluminadores y eso no es común en otras ciudades y menos afuera de la Ciudad de México”, contó.

En León encontró grupos con quienes trabajar, encontró públicos para compartir y, lo más importante, la necesidad de una ciudad que requiere espacios, propuestas y donde Karla puede crear. 

“Me quedo, meto las manos al fuego porque sé que están abriéndose espacios, no es uno ni dos, somos un chingo de niños y niñas diciendo queremos más, en otros espacios las adolescencias, en otros espacios los jóvenes”.

Para ella, transformar el teatro desde el escenario ha sido una necesidad que no la ha dejado rendirse, que la mantiene en este quehacer tan importante para una ciudad y su cultura.

“Gestionamos espacios para que cada vez más niñas y niños digan «puedo hacer lo que yo quiera» (…). Me decía un niño hace unos días: «yo tenía el sueño tonto de ser policía porque antes creía que era solo tener un arma, pero ya me di cuenta que no y ahora quiero ser chef»”.

Con más de 10 años en la ciudad, conviviendo y viviendo dentro del quehacer escénico, Karla reconoce una evolución, pero también necesidades y responsabilidades para realmente aprovechar al arte como fenómeno de transformación. 

“Definitivamente ha ido en evolución porque aunque hayamos tenido momentos que claramente hubo mucho movimiento y que de pronto viene todo un descenso de actividad, no hemos dejado y no ha dejado tampoco de permear, de manera que creo que sí me atrevería a decir que sí hemos evolucionado en ese sentido”.

Y entre todo lo que el teatro le ha dado, sobre el escenario, Karla Blanco también ha encontrado un espacio para dar y crear. 

“Me ha permitido dar vida y eso a mí como mujer me conecta, porque en mi intimidad me pregunto ¿qué es ser mujer?, que es algo también con lo que me he enfrentado y confrontado, porque el teatro además, masculino, tiene esa frase de que es el amante más demandante, entonces de pronto como mujer me encuentro ante esa ideología y replanteando desde lo íntimo ¿qué es ser mujer?, pues digo «es el dar vida, el ser creativo», esa es la parte femenina del teatro y por lo que estoy finalmente haciéndolo, me permite ser, me permite transformar, me permite dar vida”.

La trayectoria de Karla Blanco en León habla por sí sola, Los mochados, Moliére por ella misma y Minerva en época de alacranes son algunos de los proyectos que hemos disfrutado en la ciudad. Actualmente, a través de Todxs Somos Teatro, presenta Aventuras en la boca va llena en San Juan de Dios y próximamente realizará el remontaje de La dictadura del Príncipe Pepino como parte del programa Teatro Escolar León, Guanajuato.

Jorge Flores Jorge Flores

Licenciado en Ciencias de la Comunicación. He trabajado dentro de la narrativa y difusión cultural desde hace más de 10 años, en plataformas digitales, medios tradicionales y proyectos culturales relacionados a la música, literatura y cine. Necio consumidor y creador de productos culturales.