Patrick es la máscara de Uriel, Uriel el rostro detrás de Patrick; una simbiosis artística que se mueve a veces entre la ficción, a veces entre la realidad, pero siempre con la incuestionable autenticidad de un artista visual brillante e impactante.
“Desde muy pequeño tuve necesidades creativas pero no de una manera consciente, porque en San Felipe había una promoción cultural básica y de mi familia nadie se dedicaba al arte ni a nada relacionado, entonces como que no tenía ninguna formación artística o humanística”, nos cuenta Uriel en una entrevista en la que ha decidido traer sus máscaras, las que colecciona como adornos y las que utiliza en sus distintas facetas.
Uriel Juárez nació en San Felipe al noreste del estado, luego de un interrumpido intento por estudiar desarrollo de videojuegos en Guadalajara, en el 2008 llegó a León para profesionalizar sus estudios en Arte Digital y posteriormente la licenciatura en Diseño Digital Interactivo.
“Yo quería hacer videojuegos, me gustaban mucho los videojuegos, eran puras cosas inconscientes, me gustaba mucho el cine, las imágenes. Recuerdo que me la pasaba viendo imágenes en todos lados, en revistas, en cosas desde antes de que supiera leer”.
Mientras posa para su sesión de fotografías que acompañan este texto, Uriel se pone una nueva careta, ahora le toca estar del otro lado del lente, él es el entrevistado. Y como un experto en rostros intercambiables, se mueve cómodo y responde ágil.
“Yo realmente sentía una pulsión creativa muy fuerte, realmente tenía ganas de contar muchas cosas y de hacer muchas cosas, me gustaba ilustrar, el 3D y todo eso, pero de repente me encuentro con la cámara y veo que la cámara es como una forma muy rápida, una forma muy dinámica y que aparte ofrecía un mundo de posibilidades que no había explorado… con la cámara puedes conocer lugares, hablar con las personas, meterte a lugares que de otra forma no, es otra forma de creatividad”.
El pseudónimo de Patrick Landa nace de un par de elegantes psicópatas que protagonizaron películas de culto en la primera década del nuevo milenio. Patrick Bateman de American Psycho (Mary Harron, 2000) y Hans Landa de Inglorious Basterds (Quentin Tarantino, 2009) son la respuesta irónica de una violencia ficcionada originada de la afable personalidad de Uriel.
“Me gusta mucho la forma que tiene el arte de expresar pulsiones que en este caso son de violencia, creo que es la manera de desfogar ciertas cuestiones que tenemos como humanos, en lugar de violentar a alguien o de tener pulsiones de violencia física, lo haces a través de una obra, lo haces a través de un pensamiento, entonces yo creo que todas estas manifestaciones cumplen esa función y a mí siempre me ha gustado”.
Aunque lo parezca, estas dos personalidades no son némesis, sino que se complementan. En una suerte de Mr. Hyde, el arte de Patrick Landa satisface la necesidad agresiva y caótica del artista, mientras que la calma y la contemplación se ven reflejadas en el trabajo documental de Uriel Juárez.
“Patrick ha sido un personaje que ha ido evolucionando, en un momento, cuando mayor energía evoqué a ese personaje, se convirtió en un creativo, ni siquiera un fotógrafo, un creativo que buscaba tocar líneas y esas líneas tenían que ver con tabúes, con sexualidad, con libertad, con rebeldía, censura, también con una parte muy surreal”.
Mientras tanto, Uriel se mantiene atento a su entorno, escuchando y construyendo narrativas audiovisuales a través de las historias de los demás, la faceta del documentalista es la que actualmente exige la mayor parte del tiempo del artista.

“Patrick Landa es la ficción, es todas las posibilidades que no están necesariamente dentro de la realidad y que no responden a los intereses de la realidad; en mi trabajo personal he ido aprendiendo que sí me interesan ciertas líneas, utilizar las capacidades técnicas que puede llegar a tener un equipo de producción, en este caso cinematográfico, para contar y promover luchas de ahora. Hemos estado trabajando con colectivos de buscadoras, con artesanos, con instituciones de promoción cultural; el poder dar, el poder ofrecer a las personas que no tienen la manera de acceder a estos recursos técnicos, para mí es importante, porque siento que de esa forma mi trabajo tiene un sentido más allá de mi ego”.
A través del documental, Uriel no solo ha encontrado éxito como realizador audiovisual, sino una pasión donde le toca escuchar, donde el protagonismo recae sobre las voces que cuentan, escenarios en los que su experiencia y su trabajo pueden hacer la diferencia, Uriel es el despertar de Patrick, el artista involucrado en el mundo real.
“Una cosa a la que invita el documental es a la observación y a la escucha, creo que el trabajo como documentalista, por lo menos en lo poco que llevo explorando, ha sido un trabajo de escucha. De las mayores enseñanzas que he tenido en los últimos dos o tres años, es que la sociedad en la que vivimos no invita a escuchar, invita solo a estar hable y hable y hable, creo que es más difícil escuchar y es algo que a veces se nos olvida como creativos”.
Más allá del plano artístico, Uriel tiene otras máscaras: la del deportista, el amigo, el cinéfilo, el viajero o el amante de las pláticas casuales. “A veces nos ponemos una máscara por muchas razones y a veces nomás te la quitas poquito y descubres otras cosas, a veces ni uno mismo sabe las facetas que tiene”.
Estas máscaras no tienen como fin la treta o el engaño, son recursos con los que Uriel es capaz de camuflarse con su entorno, adaptarse, sentirse cómodo en cualquier situación, de comprometerse sin perder su libertad.
“Mi personalidad es demasiado, no sé si llamarle rebelde o terca, o tal vez podría ser prepotencia para algunas personas, pero desde muy pequeño siempre fui muy libre, siempre estuve en todos lados en mi pueblo, el pueblo era un jardín de niños gigante donde yo me salía en la bici a todos lados y andaba con mis amigos a todos lados, entonces como que esa libertad siempre la he intentado preservar de una u otra manera”.
Todos usamos máscaras, incluso sin que nos demos cuenta; Uriel Juárez tiene la ventaja de ser consciente de las suyas, así las aprovecha y las usa como mecanismo para crear propuestas que lo han llevado a ser uno de los artistas visuales más auténticos de la ciudad.
“Soy una persona que tiene muchas máscaras, muchos momentos de mi vida, que pareciera que soy otras personas, incluso facetas que no me gustan”.
Actualmente el peso de la balanza está del lado de Uriel, junto a su productora Tepalcate se encuentra terminando un documental que rodó en una residencia artística en Xichú; hace unos meses entregó un documental sobre el Día de Muertos para el Museo de las Culturas del Mundo en Gotemburgo, Suecia; como Uriel Juárez, sus documentales han competido en y ganado en el Festival Internacional de Cine de Guanajuato, otros proyectos han sido exhibidos en Portugal, China, España, Colombia, Chile y Estados Unidos. Todo eso se suma a su trayectoria en la fotografía de autor como Patrick Landa con el que ha participado en galerías en México, Madrid y Estados Unidos.
Sigue su trabajo en
Instagram: : https://www.instagram.com/patr...
Facebook: https://www.facebook.com/Paran...