INSTITUTO CULTURAL DE LEÓN

¿Qué dice el cine del siglo XXI?

Con una cartelera diversa, el inicio del siglo XXI nos preparó para lo inimaginable. Aquí te presentamos algunas propuestas.
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Miguel Domínguez
Se cumplen 25 años del siglo XXI. Este cuarto de siglo nos ha de brindar, por lo menos, la lucidez que amerita un repaso… de su cine. En este cuarto de siglo, cuatro temas me permito señalar:

EL INTERNET

En 2001, Kiyoshi Kurosawa estrenó Pulse. En ella, la muerte no es abstracta, es un lugar físico que, como cualquier otro, también es finito. Los muertos ya no caben en su propio mundo, por lo que buscan una válvula de escape donde continuar su expansión. Esa válvula es el Internet. A través de livestreams siniestros, los fantasmas se manifiestan en nuestra realidad y nos fuerzan a compartir la suya: eterna soledad. Es un terror expresionista sobre un miedo al Internet que los japoneses llevaban cultivando desde hace tiempo. Una película que, a pesar de la exageración fantasmagórica, es genuinamente aterradora. El Internet fue la puerta hacia el aislamiento, hacia la muerte solitaria, hacia el suicidio. Para Japón, aquello era una puerta que más valía mantener cerrada.

Dos décadas después, en 2021, vísperas pandémicas, Jane Schoebrun estrena Todos vamos a la feria del mundo, donde Internet ya no es una hipótesis lejana, sino la realidad en que se nace. Schoebrun es una de las cineastas cuyo ojo creció en ese mundo y que lo evidencia en su cine. Quizás no pueda contradecir las paranoias tempranas en Japón, pero sí matizarlas en una existencia ya vivida. En Todos vamos… una niña se obsesiona con un reto maldito viral y registra y entabla conversaciones sobre los cambios que sufre a partir de éste. Sí, es una película sobre el aislamiento, pero también sobre compartir esa soledad. El Internet será la válvula de escape de todos los niños tristes, inadaptados y el peor instinto anónimo, pero es porque permite vulnerarse de esa manera. Es un espacio donde, desde nuestra peor versión, podemos pedir desesperadamente ser amados. Habrá terror, pero también habrá ternura. ¿El Internet nos hizo solitarios o nos permite admitir la soledad?

VIDEODROME’S

El verdadero texto futurista no será entendido como predicción: han de ser textos esotéricos e imposibles. En su enorme thriller de violencia y manipulación televisiva, Videodrome (1983), David Cronenberg bocetea una emisión clandestina en la que se transmiten torturas de mujeres. Aquellas imágenes resultan ser un arma psicológica que enloquece a quien le mire. Por mucho tiempo habrá sido una idea sombría de la armamentización y mercantilización de la violencia… pero entonces el milenio abrió con la televisación de las Torres Gemelas cayendo y diez años después se podía ver una decapitación yihadista en el celular. Parte economía de los medios, parte globalización: ambos síntomas forman el Videodrome de nuestras vidas. La deformación de nuestra realidad a manos de las imágenes y la organicidad de su comercio.

En Demonlover (2002), compañías mediáticas emprenden una campaña de espionaje para ganarse la distribución de una productora de hentai. Es una película sobre el anonimato empresarial que busca explotar y comercializar nuestros impulsos sexuales más violentos, el cómo la mercantilización se ha infiltrado a ellos. Por otro lado, tras la caída de las Torres, la cacería de Bin Laden y la invasión a Iraq, consumaron su identidad bélica en los medios. Las fotos de Abu Ghraib; la campaña en redes de Obama. Edward Snowden exhibe la masiva operación de espionaje de Estados Unidos sobre su ciudadanía. En Citizenfour, Laura Poitras no solo filma el epicentro de este evento, sino que se da la oportunidad de encontrar la poesía de esa paranoia que hemos somatizado. Habitaciones de hoteles chinos homogéneas a la de cualquier otra ciudad. Alarmas en los pasillos, llamadas telefónicas y presentaciones de Powerpoint como portadores del horror. Y la soga que se amarra Snowden al cuello prematuramente, es la de mostrar su rostro al gobierno que sabe, tarde o temprano, descubrirá su “traición”. Snowden entendía el poder de una imagen: de que al acto le justifique un rostro, una persona. Las atrocidades sin rostro son la máxima expresión del poder: los satélites de vigilancia, las body cams policiacas, los drones.

Toda la exacerbación tecnológica de hipervigilancia, del continuo registro y la guerra desde la pantalla es razonada maravillosamente por All Light Everywhere (2021), quizás el documental más claro sobre no solo las tecnologías que definen el hoy, sino sus implicaciones. Nada de esto es nuevo. Lo profetizó el día que se inventó el cine. Snowden concluye: "Estamos creando la mayor arma de opresión en la historia de la humanidad”.

EL TRIUNFO DE LA HUMANIDAD

¿Y el espíritu? Una de las cosas que más he reflexionado este año en torno al cine es cómo éste refleja no solo las angustias y temas pertinentes a su momento, sino la manera en que el espíritu les hace frente. En esta era de hiperconciencia y decadencia tecnológica, el espíritu se ha visto forzado a desgarrar su capacidad de subsistir, de festejar, de encontrar la salvación tanto en otros como en sí mismo.

El siglo XXI se anunció como el fin de la historia por y para Estados Unidos, pero entonces sus hombres fueron a Iraq. El Cambio Climático hace décadas era un reto, ahora es la condena. La religión, el patriotismo y las utopías se vuelven ideales ciegos motorizados por la nostalgia. El buscar propósito sin importar qué: sea una ideología, seamos nosotros. En Southland Tales (2006), Richard Kelly fantasea con un Estados Unidos tragado por la estética mediática de la guerra contra el terror. Una película destinada al fracaso, como aquella guerra, como el país que anunció el fin de la historia. Un país que cuando se acepte perdedor, podrá perdonarse a sí mismo.

Diez años después, Paul Schrader, guionista de Taxi Driver, desespera desde su bagaje religioso el cambio climático en First Reformed (2017). Un reverendo se concientiza del calentamiento global poniéndose en una balanza entre la desesperación… ¿y qué? Lo único que queda: Dios, que no es la solución, sino una entrega. Es ceder ante la luz y la oscuridad a la vez. Preguntarse si Dios perdonará lo que le hicimos a la Tierra y flotar sobre sus chatarreros en llamas. En notas más positivas, Tom Cruise decide enfrentar el presente con ejercicios de exaltación de antaño. En Top Gun: Maverick (2022) enfrenta la automatización humana regresando a un modelo de cine pasado, demostrando su lugar en el presente. Para Cruise, las costumbres salvan al hombre, y salvar al hombre es volver a creer en él. Lo mismo expresa con la última Misión Imposible al enfrentarse a la Inteligencia Artificial en la cima de un tren: símbolo tempranísimo del cine. Estos triunfalismos nostálgicos podrán ser una respuesta predecible, más también hay una clara y ruidosa declaración de resistencia en cada una de estas películas: Shyamalan en Knock at the Cabin (2023), como Schrader, entiende que frente al final, lo humano es entregarse a lo irracional, pues nos devuelve a nuestra esencia. La última y polémica película de Francis Ford Coppola, Megalópolis (2024), entiende esto perfectamente: interrumpe la utopía para terminar con un bebé gateando sobre la pantalla.

DOS MIL VEINTES

Del primer lustro de esta década rescato dos películas esenciales. Ceros y Unos (2021), de Abel Ferrara, y Crímenes del Futuro (2022), de Cronenberg. La primera por ser la única película pandémica (hecha en y sobre pandemia) que no solo puede considerarse una obra maestra, sino su retrato más espiritualmente fiel. Thriller político de rostros enmascarados, de pantallas, distorsión digital, de una noche eterna en un Vaticano vacío, a punto de explotar entre susurros. El final es un amanecer: dos niñas caminan agarradas de las manos. Un limbo que termina repentinamente: las cicatrices se borran, pero permanecen. Crímenes del Futuro, similarmente, es otro texto esotérico de Cronenberg. Es una concepción del presente y de (un futuro) imposibles, desapercibidos, que al no procesarse con la claridad de otros escenarios y teorías, se pasa de largo. Sin embargo: ¿dónde más sino que en el imaginario de Cronenberg reside la tensión entre el ahora y el mañana que nunca llega? ¿Dónde sino en Cronenberg se puede obviar lo que ya está aquí y que no nos percatamos? Según su mente, lo que ha definido el hoy, y el hoy del mañana, es el cadáver de un niño; un sistema digestivo cuya dieta es el plástico; la socialización de los tumores; el arte transgresor como operativo gubernamental; un mundo que al no sentir, busca placer en el dolor.

Miguel Domínguez Miguel Domínguez

 Nací en Lázaro Cárdenas, pero llevo 7 años siendo leonés. Escribo sobre cine a pesar de espantarme con Shrek cuando era niño (¿o debido a eso?). Mención honorífica del Sexto Concurso de Crítica Cinematográfica del Festival Internacional de Cine de Los Cabos. El tomate es mi comida favorita.