INSTITUTO CULTURAL DE LEÓN

El universo de la caricatura (Versión descafeinada)

¿Qué tan en serio debemos tomarnos la caricatura?, Pinche Einnar opina sobre este arte y oficio que mezcla el fondo con la forma para hacernos pensar y reír.
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Einnar Gaviño (Pinche Einnar)
En la caricatura, como en muchos aspectos de la vida, la forma es lo que ‘viste’ al fondo y es ahí donde esta gráfica toma parte de su esencia al hacer de la sátira una herramienta recurrente.

Hace más de una década escribí una rola llamada Universo en la cual hablaba de cómo nos habíamos equivocado en enaltecer deidades producto de nuestra imaginación y el universo reclamaba a los humanos frontalmente la destrucción de todo. La idea escondida tras un buen riff y gritos ensordecedores (porque el vocalista cantaba del nabo —yo—) pasaba desapercibida, culminando con un coro pegajoso que obligaba a nuestro público a cantar en automático sin saber realmente acerca de qué.

En ese proceso creativo recordé lo que aprendí de niño gracias a leer cómics: que los mensajes importaban (el fondo) y la forma se adecuaba a gustos y regiones, y era la forma la que ayudaba entender el mensaje o no. Les cuento esto, queridos lectores y lectoras, ya que la música y la gráfica tienden a jugar los mismos juegos, y la caricatura no está alejada de ello.

Una de las preguntas recurrentes es “¿debemos tomarnos a la caricatura en serio?”. Yo creo que sí, pero no tanto. Le podemos pedir trazos formidables a un Chango Cabral y no necesariamente debe ser gracioso; aplaudimos el absurdo filosófico de Jis y no le pediremos el trazo del anterior; la comedia de Sergio Aragonés y de Rius tienen diferentes tonos aunque en ambos vemos monos rápidos que nos obligan (y a los autores) meterle mucho más fondo. Lo que intento decirles es que tanto en la forma como en el fondo dependerá del contexto y el dominio de uno u otro.

No existe libro respecto a la caricatura y la animación que haya obviado la referencia de las cuevas de Altamira como primera representación pictórica de cualquier tipo. Los comiqueros, pintores, animadores, diseñadores, y más podrán estar de acuerdo que todos venimos de ahí. Algunos mejoraron el trazo otros seguimos en las cavernas. 

Otra pregunta: ¿Por qué nos encantan las caricaturas?

Son un lenguaje universal primario. Nos recuerdan nuestra infancia y nos acercan a temas profundos desde el color, ideas del absurdo; nos hacen sentir que nosotros también podríamos hacerlo gracias a la velocidad de trazo y desfachatez, o porque cumplen nuestros sueños de decir y pensar como no podemos en la realidad.

Un referente importante anglosajón acerca de cumplir sueños es la obra de Winsor McCay, Nemo; pero el artista no solo incursionó de una manera inigualable en la imprenta, sino que fue pionero en la animación con Gertie the Dinosaur.

En México, la tradición del cartón (anglicismo de cartoon) político fue José Guadalupe Posada, trayéndonos un icono insuperable que nos representa en el mundo: La Catrina. Y en el movimiento muralista tuvieron momentos inolvidables en la industria cinematográfica Ernesto El Chango Cabral y años antes en la imprenta El Hijo del Ahuizote (hijo rezongón del Ahuizote), periódico que estaba en contra del régimen porfirista, lo que permitió hacer cartones políticos que trazaron el camino a una tradición de hacerla de tos que se ve reflejada en la publicación El Chamuco. Será importante leer a Rafael Barajas El Fisgón y sus tomos acerca de la caricatura en México, de los cuales quien escribe solo ha podido tener acceso a dos: El Linchamiento Gráfico de Francisco I. Madero y El País del ‘Llorón de Icamole’, que con una prodigiosa investigación nos da el pulso de tales años en regímenes intolerantes a la crítica y el tesón de editores, columnistas y caricaturistas.

Una de las cualidades más importantes de la caricatura es la risa. Se busca desde lo absurdo empoderar un trazo o un concepto. O la yuxtaposición de ambas, es entonces cuando la magia sucede.

Pero como bien puede suceder la magia, la caricatura tambien está manchada de tragedia con la persecución y asesinato a varios colegas dibujantes. Un ejemplo claro es Francia, que siempre ha estado en la vanguardia por la complejidad social y política de la región y para llegar a diferentes públicos menos letrados había que facilitar tal información (cosa que seguimos haciendo algunos, no importando el país. Políticos ojetes, en todos lados).

Un caso terrible fue el reciente asesinato del profesor Samuel Paty, que por mostrar caricaturas de Mahoma fue apuñalado y decapitado camino a su casa, o el caso de Charlie Hebdo en 2015, donde 12 personas fueron asesinadas a sangre fría en la redacción de esta revista y 11 más resultaron heridas.

El fundamentalismo siempre ha sido la contraparte de la caricatura, donde la crítica se convierte en tragedia cuando el chiste hiere susceptibilidades. En México, Eduardo del Río Rius vivió un secuestro exprés tramado por el presidente Gustavo Díaz Ordaz, debido a su activismo en el movimiento del 68 y a una caricatura que realizó de Ordaz donde está su perfil y el de un Neanderthal.

Puedo contarles que en mi caso solo han existido intentos de violencia digital (las herramientas de intimidación cambian según los tiempos). Y hasta el momento han podido ser detectadas a tiempo y sin mayor consecuencia que la de tener un auto cuidado consciente.

Por un lado más amable, puedo decir que el hacer caricatura es una profesión muy económica, ya que basta una idea, papel y lápiz o tinta, para conseguir una buena chamba de caricaturista. Claro, habrá que pulir la forma o el fondo (o ambos), pero eso se hace con la práctica, como un músculo cualquiera. Eso y el apoyo de la redacción a la que uno quiera pertenecer.

Me gustaría terminar dándoles esperanzas, si bien el universo es vasto y se siente infinito, faltan hojas para compartirles más, pero en mi caso mi rola Universo y mi decisión de convertirme en caricaturista, vienen de una necesidad de hacer público mi descontento social y político. Hay otras formas, sin duda, aunque desde mi trinchera quiero pensar que la creatividad y lo económico de la profesión, hace que una buena idea se bocetee en la palma de la mano, una servilleta, un audio en el celular para después llevarlo en limpio a un papel con tiempo y una buena tinta, hacerle saber a quienes ostentan el poder y tranzan, que los estamos observando, y al final reírnos de ellos y ellas a carcajadas.

Einnar Gaviño (Pinche Einnar) Einnar Gaviño (Pinche Einnar)

Estudió Diseño Industrial en la UAM y Comunicación Visual en la Universidad de Guanajuato. Ha publicado en diversos medios de comunicación. Es profesor, cineasta, escritor e ilustrador y asesor de media. Fundador del Laboratorio de Periodismo y Opinión Pública.