INSTITUTO CULTURAL DE LEÓN

La IA y el cine en 2025

El GIFF regresa a Guanajuato con un tema actual: la inteligencia artificial en el cine.
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Miguel Domínguez
A propósito del tema rector que tuvo el GIFF en su edición más reciente: Inteligencia Artificial, reflexionamos sobre ésta y su presencia en el séptimo arte.

Recuerdo que la imagen de la edición 2023 del Festival Internacional de Cine de Guanajuato (GIFF) estuvo hecha con inteligencia artificial (IA) e inspirada en su advenimiento tecnológico: un rostro ciborgiano mirando más allá de la imagen que lo contenía. Aunque esta imagen sugería un espacio de reflexión sobre la tecnología, lo cierto fue que apenas y se abordó el tema en la programación. Un año después, el brandeo pareció trazar un arco al presentar una imagen de dos individuos enmascarados sostenidos frente a un prado de flores, con el título en mayúsculas: HUMANO. El tema de la IA, aunque no explícito, seguía evocado a manera de contraste en un programa en el que continuaba ausente la temática y su uso como herramienta. 

Este 2025, simbólico tras varios años de haber estado lejos de la capital guanajuatense, el GIFF regresó a su hogar con la primera edición en que la IA se sintió verdaderamente incorporada a través de varios filmes, un conversatorio de crítica y talleres enfocados tanto en la reflexión de la temática como en su uso. En la rueda de prensa Sarah Hoch, directora del GIFF, sentenció lúgubremente sobre: “Es un tema oscuro, difícil, doloroso. Hace cinco años dimos el aviso sobre la preocupación; no muchos nos hicieron caso y este año lo retomamos, aunque ya es un poco tarde”. 

Mientras la edición 2025 suscita lo clásico al homenajear Vértigo de Hitchcock en la imagen de este año (sin proyectar Vértigo, vale la pena decir), de las últimas tres ediciones, ésta se percibe como la más confundida y consternada frente al ‘futuro’. Se nota por sus ánimos de reflexionar activamente sobre la tecnología en espacios extracinematográficos, como el Salón de la Crítica, que presentó el conversatorio La IA, tan estúpida que jamás podrá hacer filmes como los míos - Werner Herzog, para el que muy penosamente no se esforzaron en aclarar que no incluiría la presencia del propio Herzog. También terrible metida de pata fue que, a pesar de que esta discusión entre los críticos Pablo Robles, José Luis Salazár, Luis Tovar y Fernando Moreno giró en torno a la película Un héroe local (en la que utilizaron la voz de Herzog imitada con IA, para narrar un guión también escrito con Inteligencia Artificial), la cinta fue proyectada al mismo tiempo que el conversatorio en una sede a media hora de distancia, en vez de acompañar cinta y diálogo para que críticos y audiencia pudieran compartir las mismas imágenes y así enriquecer tanto el diálogo como la proyección. 

Aunque, siendo justos, el conversatorio más bien partía de la película para reflexionar sobre temas tanto más generales como comunes de la IA: los críticos se preguntaban si seremos capaces de distinguir entre las imágenes reales y artificiales, si algún día habrán grandes películas hechas con IA, sobre su advenimiento como nueva revolución tecnológica en la industria, y lo bueno y malo de esto. Aun cuando la sesión de preguntas y respuestas demostró el verdadero interés inyectado de angustia que genera este tema, con varias manos ansiosas agitándose para compartir sus ideas, miedos e incógnitas, me pareció un panel que seguido caía en sentencias comunes: que lo que importa es que las películas sean buenas, que la IA nunca hará un cine como el nuestro, o como mencionar Toy Story para equiparar la animación 3D de los 90 con una tecnología monumentalmente más drástica e inabarcable.  

El fatalismo de sentencias, como la dicha en la rueda de prensa, no congenia con una edición que acciona y piensa en inercia, aligerando los dilemas de esta tecnología sobre la que no se hizo caso, al tallerear y proyectarla más por la tendencia que por convicción. No quiero dar a entender que a uno no le puede preocupar esta tecnología sin a la vez convivir con ella: lo que critico es la misma inercia liberal de siempre, que se apresura en abrazar la “siguiente gran cosa” en ausencia de auténtica, pausada, incómoda y lenta meditación. Es así que películas como Azul (2025), dirigida por David Karlak-Reyes y Leri Greer bajo el seudónimo Algoritmo Malvado (atinadísimo), llegan a tener cabida en festivales por encima de proyectos con mayor dignidad artística. 

Azul, producida en alianza con Epic Games, la compañía detrás del exitoso videojuego Fortnite, es todo lo que los críticos del panel machacaron al rememorar el apogeo del CGI: un exceso de alarde tecnológico y visual, constituido por paisajes y texturas hechas con IA, que pretende sustituir su total ausencia de humanismo. El mediometraje retrata una narco-distopía futurista en la que un chico busca el cadáver de su padre junto con la ayuda de su canino robot de Boston Dynamics, personalizado con sonidos de Zelda y rostros kawaii. Me produce escalofríos pensar cómo esta fetichización estetizada, con trazados de anime, neón y cyberpunk, está auspiciada por una compañía que interesada en la mercantilización del espacio virtual, no ve más que otro campo de juego en su visión del narcoestado y las desapariciones, cuyos imaginarios puede distorsionar a su gusto bajo la pretensión de ‘innovación’ y lo ‘bien hecho’. 

En el polo opuesto total, el que a mi parecer fue el abordaje más interesante sobre la IA del festival, fue Humans in the loop de Aranya Sahay, la película que inauguró el ciclo de cine de la India como país invitado. La película sigue a Nehma, una mujer adivasi (minorías étnicas tribales de la India) que empieza a trabajar como data labeler, encargada de definir y clasificar datos para algoritmos de diversas empresas, a su vez que resuelve la lucha legal por la custodia de su hija. “La IA es como un niño” es el lema del centro de datos en el que trabaja Nehma. Esto traza un claro paralelo entre la turbulenta crianza de su hija, con el empezar a percibir cómo sus datos ‘crían’ la noción de realidad del algoritmo.

Nehma ve vida y propósito en todo lo que le rodea: en las plantas, insectos y rocas. Pronto empieza a percibir esa misma vida y propósito en la manera que un avatar 3D aprende a caminar, en la manera en que el algoritmo imagina la ‘belleza’. Me parece una película fascinante por esa manera de abordar la IA tan metódica, ligera y matizada dentro de los límites de los personajes que la habitan. No es condena ni inocencia, es retratar el mundo a través de una mirada: una mirada, en este caso, luminosa, oriental y espiritualmente sesgada. No se plantea resolver una totalidad, tan sólo filmar una de las tantas partículas que han sido atravesadas por esta nueva incorporación a la vida: recién nacida.

Humans in the loop es un rayito de lucidez rodeado de amargo y pesado rechazo hacia lo que considero más un descuido que una tibieza, hacia esa falta de consideración reflejada en las haras ‘visionarias’ que, como contrastan con los varios pobres subrayados sobre tan pertinente tema, también se perciben en la logística general de una edición plagada de funciones atrasadas, errores de proyección (fallas de audio, pobre calibración de proyectores, ausencia de subtítulos), e introducciones vacías y simplonas, penosa y terriblemente redactadas por IA, la tecnología sobre la que la propia Hoch nos advirtió

La IA, como tantas veces lo ha sido, sigue siendo un maravilloso alumbrar sobre el carácter de quien la usa y persigue.

Miguel Domínguez Miguel Domínguez

 Nací en Lázaro Cárdenas, pero llevo 7 años siendo leonés. Escribo sobre cine a pesar de espantarme con Shrek cuando era niño (¿o debido a eso?). Mención honorífica del Sexto Concurso de Crítica Cinematográfica del Festival Internacional de Cine de Los Cabos. El tomate es mi comida favorita.